¿Cuál es tu Santo de Oro favorito en Saint Seiya?

lunes, 28 de junio de 2010

Sangre eterna. Capítulo 1

Sangre eterna.
Capítulo 1. Aile Black (Winsher) POV

Hola. Me llamo Aile Black y tengo diecinueve años. Vereis, yo no soy normal para nada, y os lo voy a explicar:

Soy una vampiresa.

Sí, sí, como lo estais leyendo, una vampiresa. Una vampira. Una bebedora de sangre perfecta e inmortal.

Los vampiros llevamos desde el comienzo de los tiempos conviviendo con vosotros, los humanos, sin que lo sepais. ¿Cómo hacemos para pasar desapercibidos? Pues muy fácil, porque somos muy parecidos, casi iguales, a vosotros.

La sanguina, es decir, el veneno que nos inyecta un vampiro o vampiresa con su mordedura y nos convierte en los mismos seres que ellos, nos para el corazón y los pulmones. Seguramente estareis pensando, ¿y cómo sigue viva esta? Pues esto también tiene una respuesta muy fácil. La sanguina nos permite vivir sin necesitar respirar, que nos lata el corazón e incluso no tenemos que ir al baño. Aunque tampoco dormimos. Y lo malo es que simpre tenemos ojeras, pero el sueño no nos afecta los más mínimo.

Antes he dicho que tengo diecinueve años. Sí, bien, no os mentí. Tengo diecinueve años, pero no desde esa cifra. Llevo teniendo diecinueve durante doscientos años.

Lo mejor de todo de ser una vampiresa es que somos prácticamente perfectas. Pues tenemos un piel pálida perfecta, un cuerpo perfecto, ... Aunque lo malo en mí por parte de mi cuerpo es que la sanguina no me hizo ser más alta. Es que soy bajita como yo sola. Y odio ser bajita. Pero bueno.

Antes de describiros nada más sobre mi físico os sacaré de dudas en cuanto a nosotros, los vampiros.

Para empezar, no nos pasa nada a la luz del Sol. Ni nos morimos, ni nos abrasamos, ni nos entra sed, ni nos brilla la piel como si tubiera diamantes incrustados. Nada de eso es cierto.

La segunda cosa, sí, somos inmortales.

La tercera, la sangre no nos produce un frenesí incontrolable.

Cuarta cosa, cuando nos entra sed, nuestros ojos se vuelven rojos.

Quinta cosa, hay vampiros por todas partes del mundo.

Sexta, no nos pasa nada si nos toca un crucifijo.

Septima, no morimos si nos clavan una estaca en el corazón. Porque para empezar, nuestra piel es dura como el diamante y muy dificil de dañar y la otra razón es que si el corazón no nos late y no tenemos necesidad de que lo haga, es lógico que no nos afecte.

Séptima, los licántropos existen. Luego os explicaré de que va la cosa en el caso de esos chuchos.

Octava, la única forma de matarnos a nosotros, los vampiros, es desmembrándonos y quemando nuestros restos.

Novena, cuando tenemos sed, nos bebemos cualquier tipo de sangre, tanto humana, como de un animal, como de un licántropo.

Décima, nuestra saliva cura y cicatriza cualquiera herida. Es decir, si te haces un corte y sangras, la forma más rápida de curarte es diciéndole a un vampiro, si conoces a alguien que lo sea, que te chupe la sangre que as derramado y que te beba un poquito de sangre de la herida. Así tu herida en cuestión de segundos se cerrará y desaparecerá, aunque el tiempo que tarde en curarse depende de su gravedad.

Onceava, los vampiros tenemos una regla. No descubrirnos a los humanos. Si algún humano lo descubre deberémos desparecer de su vida para siempre, coo, en el peor de los casos, matar a el humano.

Doceava, las vampiresas no podemos quedarnos embarazadas y los vampiros no pueden dejar embarazada a ninguna humana o licántropa.

Treceava, los vampiros podemos saltar alturas increíbles, correr a la velocidad del sonido y tenemos una fuerza incalculable a pesar de que solo están musculitos aquellos vampiros que ya lo eran de humanos.Bueno, creo que ya está todo.

Ahora os describiré como soy:

Como ya os había dicho antes, soy baja, de cuerpo perfecto exceptuando mi altura y de piel pálida. Bien, ahora os cuento las novedades. Tengo el pelo hasta la cintura y del color negro más oscuro que os podais imaginar. Mis ojos son de color violeta, sí, como veis ya era rara antes de convertirme en vampiresa. Y eso es todo. No tengo nada más que definiros de mi aspecto. Bueno, queda mi caracter. Soy una vampiresa tranquila, con una mente rapidísima —mucho más yo al correr—, suelo se buena, simpática y amable, pero como me enfade ya puedes correr y esconderte de mí. He de deciros que canto bastante bien, mi voz es prácticamente exacta a la de Amy Lee, la cantante del grupo Evanescence.

Cambiando de tema, os explicaré el tema de los licántropos y licantropesas o licántropas.

El veneno que los transforma es la resperitina. Este veneno se inyecta por la mordedura de otro licántropo. Son prácticamente humanos, quizá un poco más que nosotros. Se transforman en unos lobos del tamaño de caballos cuando les viene en gana y suelen estar agrupados en manadas—algo también muy parecido a lo nuestro pues nosotros, los vampiros, normalmente estamos agrupados en clanes—. Una vez que un humano es envenenado con la resperitina se desarroya totalmente, se vuelve altísimo, sus musculos también se desarroyan y se marcan —vamos que están cachas—, en el caso de las chicas, sus cuerpos sufren lo mismo que el de las humanas envenenadas con sanguina, desarroyan el pecho, se vuelven delgadas y también se vuelven guapísimas.

Ya que os hablé de clanes, yo pertenezco al de los Winsher, y para los humanos somos todos hijos adoptados por Irynara y Alan, dos vampiros que ya os describiré, mis cuatro hermanos están emparejados, Vanessa y Grisam y Bianca y Alexander. La única soltera soy yo. Qué triste.

Mi clan y yo vivimos en Forks. El sitio está muy bien y hay animales de sobra para cuando nos entra sed. Lo malo es que tenemos una manada de licántropos viviendo cerca de nosotros. Más concretamente en el mismo pueblo, ellos viven en la parte sur del bosque y nosotros en la parte norte.

La estancia en Forks nos iba a la perfección, convivíamos bastante bien dentro de lo que cabe con los humanos y los licántropos. Pero las cosas buenas nunca duran demasiado...

Lío de parejas. Capítulo 1

Lío de parejas.
Capítulo 1.
Adiós.

Aquella tarde de un viernes no había sospechado nada. Creia que iba a ser una tarde como cualquiera otra. Pero me equivocaba.

Flashback.

Yo estaba con los niños fuera, que se divertían jugando a fútbol. De pronto, aparecieron Saori y los demás. ¡Seiya estaba ahí! Después de jugar con los niños al fútbol toda la tarde(como siempre) la Diosa y sus caballer9s de bronce se iban. Cuando todos ya estaban bastante lejos(yo me había quedado fuera a obserbar las estrellas, una costumbre mía) Seiya dio media vuelta sin que los otros se dieran cuenta y vino a junto mía. Me cogió del brazo y me dijo que quería hablar conmigo en un lugar más privado. Nos metimos en la sala de calderas ara que nadie nos viera. Y entonces, con esa forma directa de ser de él lo soltó:"Miho, yo te apreció mucho como amiga y te quiero como tal. Pero lo nuestro no puede ser. Para mí solo eres una amiga" Me esforzara por no llorar delante suya. "¿Por qué? ¿Es por Saori, verdad?" El muy canalla se limitó a asentir con la cabeza. "Pues que tengais suerte. Vete." Le dije. Me hizo caso. Se fue.

Fin del flashback.

¿Como puedo haberme hecho eso? ¿Cómo? Aún por enciima siguen viniendo todas las tardes a jugar con los pequeños. Y la Saori esa no deja de mirarme raro. Me mira como con superioridad por quitarme a Seiya, con compasión por la misma razón... Imécil. No necesito que nadie se compadezca de mi. Seiya evita mirarme y cuando lo hace me mira con compasión. ¡Ni que necesitara ayuda! Estoy muy bien solita.

Shun, Hyoga, Shiryu e Ikki parecen no haberse dado cuenta. Me siguen tratando igual. Como a una amiga. Nada más.

Bien.

Solo necesito amigos.

Esa noche cuando se fueron, no me quedé a ver las estrellas. Corrí a mi habitación y me encerré con llave en ella. No pude evitar mirar por la ventana.


Seiya no volvía. Es más, él y Saori estaba paseando de la mano por la playa. Bajo la luz de la luna llena.

Seiya,¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?

Cerré la ventana y corrí la cortinan.

Estaba exausta.

Me apoyé en la pared, a punto de desmayarme, y me dejé resbalar hasta quedar sentada con las rodillas flexionadas.

No pude más.

Simplemente me derrumbé y lloré como nunca había llorado.

Cuando por fin finalicé mi llanto era la una de la madrugada.

Me sentía peor. Mucho peor.

Pero una idea me alumbró la mente.

¿La gente no bebía para olvidar? En el salón de los adultos había un minibar.

Corrí sin hacer ruido escaleras abajo y entré en la sala. Ahí estaba. El minibar.

Lo abrí con mi habilidad con las horquillas y cogí una botella.

No se muy bien lo que era.¿Vino? ¿Cerveza? ¿Aguardiente?

El caso es que la escondí dabajo de la camiseta de mi pijama, puse una botella vacía en su lugar, cerré el minibar y volví a mi habitación.

Cerré la puerta con llave y la atranqué con la silla.

Me tiré en la cama y abrí la botella. Tenía un olor muy fuerte que no incitaba a beberla. Pero aún así la cogí y bebí media de un solo trago.

Me empecé a sentir mejor. Estaba contenta. Muy pero que muy contenta. Agarré la botella y la bebía entera.

Estaba feliz. De repente me había olvidado de Seiya, de los caballeros, de las Diosas, del mundo... Solo estábamos yo y mi alegría.

Empecé a mirar unas simpáticas lucecitas de colores que danzaban a mi alrededor y caí dormida.

Nunca me había sentido tan bien.

Elementales. Capítulo 1

Elementales.
Capítulo 1.
Rejuvenecimiento.

Atenea miró entristecida y avergonzada a sus caballeros. Estos estaban estupefactos.

—No me lo puedo creer.—musitó Saga mirándose las manos.

—Dímelo a mí.—replicó Dokho.

Saori bajó la cabeza mientras la culpabilidad hacia mella en ella. Seiya, el cual estaba a su lado, le dio un suave apretón en el hombro y para animarla dijo:

—Miradlo por el lado positivo, ahora podréis disfrutar de nuevo la adolescencia.

Seiya, tan optimista él, como siempre.


Afrodita se inclinó sobre el lago para observar más detenidamente el reflejo que este le devolvía. El reflejo de un adolescente de dieciséis años muy hermoso.

No solo el Santo de Piscis había sufrido la transformación, sino que también les había ocurrido a sus compañeros.

Milo acercó una mano al agua, pero la apartó inmediátamente.

—Bueno, tiene razón Seiya, hay que mirarlo por el lado positivo. Por fin podremos disfrutar de los dieciséis años que antes no pudimos aprovechar devido a nuestro rango. ¿No es así, Atenea?—dijo este.

Saori alzó la cabeza y miró a sus Santos de oro uno a uno, estos asintieron con la cabeza, conformes con lo que Milo había dicho.

—Si lo veis así... Lo siento mucho, debí cometer algún error cuando uní mi cosmos al de mi padre para resucitaros y bueno... Vosotros veis el resultado.—le respondió la Diosa.


Saori se dio la vuelta y, con la cabeza gacha, se metió en su templo. Los caballeros bajaron las escaleras hasta sus respectivas casas y allí se quedaron, pensando en su reciente rejuvenecimiento.

Todo había sucedido muy rápido...

Después de la muerte de sus caballeros, Atenea, Hades y Poseidón había acudido a hablar con él, el Supremo, el Máximo, Zeus. Después de una larga discusión en el panteón griego, Zeus aceptó renacer a los caballeros de los dos dioses y de la diosa. Pero después de renacer a los protectores de los dos dioses, era el turno de los Santos de Atenea. Mas hubo un problema. Sin saber cuál era la razón que impulsaba a cometer ese cambio, Atenea vio expectante como Zeus renacía a sus caballeros pero con un cambio radical. Los Santos de oro tenían todos dieciséis años. Cuando le preguntó la razón a su padre, este se limitó a sacudir la cabeza y a decir con su rotunda voz:

—Pronto lo entenderás.

Y después de eso, la diosa volvió a su cuerpo humano.


Saori miró pensativa la Erigia que sostenía su estatua en la mano. ¿Qué debía hacer con sus Santos dorados? ¿Dejarlos como estaban? ¿Meterlos en algún sitio? Saori pronto cayó en la cuenta de que por culpa de los entrenamientos, ninguno de sus caballeros dorados (y ninguno en general, siendo o no del rango de oro) había hecho la E.S.O, y, como sus siglas indican, la educación secundaria era obligatoria. Por lo que, pasados unos minutos, Saori decidió qué hacer.


Al día siguiente, en el templo de Atenea...

—Caballeros, os he reunido aquí para daros una noticia.—empezó la diosa.

—¿Y cuál es?—le preguntó Milo.

—Pues bien, ha sido la voluntad de mi padre rejuveneceros hasta tener los dieciséis años, mi instinto como diosa me ha dictado que debeis acabar el instituto. Por lo que, teneis dos semanas para preparar vuestras cosas antes de que comience el curso. Id estudiando un poco porque vais a entrar en 4º, como corresponde a vuestra nueva edad.—sentenció Saori. Sus palabras calleron como una losa sobre los Santos dorados.

"Oh, no, el instituto, no." pensaron todos los dorados.

Estos asintieron y comenzaron el descenso a sus respectivas casas, cuando ya estaban en los escalones, Saori les dijo una última cosa:

—Mañana os paso unos papeles de información sobre vuestro nuevo instituto. Y por favor, ¡no os metais en líos! Máscara Mortal, más te vale controlar ese sadicismo, y lo mismo va por vosotros, Saga y Kanon, controlar esos cambios drásticos de humor que teneis...


La diosa iba a seguir con su repertorio pero calló la ver que los dorados habían captado la idea. Cuando ya no veía a sus caballeros, musitó para sí misma:

—Disfrutad de la adolescencia que ningún caballero a excepción de vosotros pudo o podrá vivir al máximo. Ver esto como una oportunidad... Que yo no podré tener...

La diosa entró en su templo y no salió de él en todo el día.


Al día siguiente...

Tatsumi se puso una mano en la frente a modo de visera y miró a los cielos. Hacía un día precioso, con un sol espléndido que daba un calor impresionante. Actó seguido, el calvo bajó la mirada hasta el enorme montón de papeles guardados en trece carpetillas de cartulina marrón que sujetaba entre sus manos. Dejó escapar un suspiro resignado y comenzó a descender los escalones.

Al llegar a la casa de Piscis, se encontró a Afrodita sentado en un sofá de cuero blanco, el Santo escribía con una mano en su portátil, que tenía apoyado en el regazo, y con la otra tomaba un café. El mayordomo carraspeó para llamar su atención y el Santo lo miró.

—¿Qué es lo que quieres?—le preguntó Afrodita.

—Vengo a entregarte los papeles con información del instituto.—le respondió Tatsumi con sequedad. Cierto era que al calvo no tenía al Santo de Piscis con mucha consideración, porque, para ser sinceras, el mayordomo estaba celoso de él por su belleza y aún más de su rejuvenecimiento.

Tatsumi le tendió con una mano la primera de las carpetillas que el Santo recogió con cuidado y abrió para echarle un vistazo.

—Gra...—empezó Afrodita, pero Tatsumi ya se marchaba, por lo que se calló.

—No deberías tomar café, Piscis, recuerda que ahora eres menor de edad.—le replicó Tatsumi desde la entrada de la casa para darse media vuelta y volver a descender.

Al Santo aquella actitud tan borde le chocó, pero pasó de ella, habría rejuvenecido siete años, pero el calvo seguía siendo más infantil que él.


Tatsumi sintió un escalofrío al entrar en la onceava casa, la temperatura era muchísimo más baja allí dentro que fuera. Haciendo acopio de fuerzas entró en la casa. Tras entregarle la carpetilla a Cams, el cual estaba tan tranquilo viendo el telediario en la cadena Telecinco salio de allí pitando y bajó hasta la de Shura...


Tras entregar todas las carpetas, Tatsumi, en vez de volver a junto Saori, se sentó en el primer escalón y allí se quedó, sin imaginarse la reunión que tenían los Santos dorados para charlar hacerca de su nuevo instituto...



Máscara de la Muerte abrió la su carpeta y sacó la primera hoja de ella.

—IES Gran Sócrates... Menudo nombrecito...

—Ya...—concordaron con él sus camaradas caballeros.

—Nota media... No hacen nota media. ¡Qué raro!—dijo Shura leyendo los papeles.—Solo hay la nota media de cada curso... Bueno, son bastante normales.

—¿A ver?-dijo Milo—Pues es cierto...—coincidió.

—Bueno, esperemos que no baje mucho la nota media de la clase a la que le toque Milo, pobrecitos chavales, los compadezco.—comentó Saga maquiavélicamente, aunque, por supuesto, en el fondo, muy hondo,lo decía en broma.

—¿¡Cómo!?—exclamó Milo levantándose de un salto del banco.

Todos los Santos echaron a reir. Por mucho que lo negaran, se notaba su adolescificación.

—A mí lo que me gustaría saber es, ¿cómo diablos nos vamos a incorporar a 4º de ESO si no fuimos a la escuela por el entrenamiento?—comentó Aiorios.

—Gran pregunta...—comentó Kanon.—Creo que si me vuelven a hacer escojer dios me quedaré con Poseidón en vez de quedarme con Atenea.—añadió con rostro afligido.

Todos se carcajearon de la mueca del gemelo de Saga.

—Pero bueno... Supongo que antes de entrar Saori hará que nos enseñen lo básico, digo yo.—dijo Afrodita.

—Lo básico más básico ya lo sabemos.—replicó Shura.

—Vale, pero ten en cuenta que para cuarto lo básico no es solo sumar, restar, multiplicar, dividir, y demás operaciones. Lo básico más básico serían teoremas de estos complicados y etc.—dijo Milo.

—Sí, teoremas complicados que deberían sernos fáciles...—comentó Camus con ironía.

—Bueno, sigamos vieno el plano. ¡¡Dios!!—exclamó el Santo de Escorpio.

—¿Qué pasa?—le preguntó Aldebarán asomándose.

—Mirad esto. Caray para el instituto. Tienen cuatro patios. Uno donde están el edificio del instituto, el gimnasio, un sitio para las mesas de ping-pong, una pista de balonmano y otra de voleibol. Luego subiendo las escaleras hay otro donde hay dos pistas de fútbol, subes más escaleras, otro con una pista de tenis y otra de baloncesto, subes más escaleras y está el último donde hay dos pequeñas plantaciones de lavanda, aloe vera, y demás y el resto de ese patio es todo cesped y arbolitos.—le respondió Milo.

—Cuanto escondrijo debe haber en ese instituto.—comentó Shura.

—Sí, pero como toque el timbre y estés arriba del todo ya te puedes ver corriendo escaleras abajo para no llegar tarde a clase.—añadió Máscara de la Muerte.

—Es muy grande, demasiado grande.—dijo Camus.

—Sí, pero así, ¡seguro que ligas! ¡Malo será!—exclamó Afrodita.

Todos se le quedaron mirando, extupefactos. Acto seguido, estallaron en carcajadas.



Saori escuchó desde su templo las exageradamente sonoras risas de sus Santos dorados. La diosa sonrió para sí misma mientras volvía a concentrarse en los papeles que tenía delante. Dejó escapar un suspiro y comenzó a rellenarlos y firmarlos.

—Deberías dejar por un día ese dichoso papeleo y relajarte un poco.—comentó una voz a sus espaldas.

Saori giró su silla de ruedas para mirar al chico que le había hablado.

Jabu estaba apollado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, observándola.

—Solo me quedan quince por cubrir y firmar, luego no tendré más.—le dijo ella sonriendo y girando el bolígrafo Pilot de punta fina entre sus dedos.

Jabu se acercó a ella y le cogió el bolígrafo con los dedos índice y pulgar, lo puso en alto y lo observó. Luego se lo devolvió a su diosa y le sonrió.

—¿Te ayudo?

"Eres una diosa, Saori, una diosa. Debes querer a todos tus caballeros por igual." pensó ella. "Bueno, ahora que se acabaron las Guerras Santas supongo que no importará mucho que quebrante esa regla". Enconces pensó en Seiya, y en la casi relación que habían tenido hacía no mucho. "Pero Seiya está con Miho, él mismo me lo dijo." concluyó. Y aunque en un principio eso le había dolido mucho, ahora ya no, porque ya no estaba enamorada del Santo de Pegaso. Eran solo amigos, muy buenos amigos, pero solo amigos al fin y al cabo.

—Por favor. Así acabaré antes y podré fugarme a tomar un helado.

—Está bien. Pero como recompensa tienes que dejar que te invite yo a tomarlo.—Jabu la miró con duda, sabiendo que era probable que se negara.

Saori esbozó una encantadora sonrisa.

—Por supuesto.

Angels. Capítulo 1

Angels.
Capítulo 1.
¿Quieres ser mi amiga?

Cierto día, en casa del caballero de oro de Escorpio se encontraban todos los caballeros reunidos, incluidos los chicos de bronce. Cosa extraña, ya que los caballeros preferían reunirse en casa de Mu para no subir los escalones de sus respectivas casas. Pero como el día anterior Kanon rompiera el televisor de plasma del caballero de Aries, este les echara y a Camus se le ocurrió la genial idea de invadir la casa de su mejor amigo. Quizás una de las razones por las que estuvieran allí era porque Milo estaba afligido porque la noche anterior se habían ido de parranda y no consiguiera a ninguna chica, o tal vez fuera porque su escorpión favorito desapareciera. Quien sabe.

—Venga Milo. No conocer a ninguna chica no es motivo para afligirse.—dijo Camus intentando consolar a su mejor amigo.

El santo de Escorpio se le quedó mirando como diciendo “fue a hablar el que se las llevó todas”.

—Si no solo es por eso. Antares se ha perdido.—se excusó Milo.

—¿Antares?—preguntó Saga.

—Mi escorpión favorito.—respondió Milo.

De repente, subiendo las escaleras, aparecieron tres chicas. La que iba delante tenía trece años, el pelo azul, los ojos negros y pinta de pija. Detrás de ella subían las otras dos, ambas de veinte años. Una de ellas era pelirroja, con el flequillo de lado que le tapaba un ojo y con los ojos verdes. La otra tenía con el pelo violeta, flequillo normal y los ojos azules. He de añadir que las dos últimas tenían un cuerpo de impresión, pero parecían enfadadas (llevaban los brazos cruzados, cara de mala leche e iban dándoles patadas a las piedrecillas). A Camus y a Milo se les iluminaron los ojos al ver a la pelirroja y a la ojos azules, respectivamente, aunque al santo de Escorpio también se le fue la vista.

—¿Sabéis dónde se encuentra la señorita Saori Kido?—preguntó la del pelo azul.

—¿Quién lo pregunta?—preguntó Aioros.

—Linda Kirsel, reencarnación de la diosa Ártemis.—respondió la de pelo azul.—Y estas son mis protectoras.—dijo mirando a las dos chicas que iban detrás de ella.—La pelirroja es Nora, la Angel Caída, y la de los ojos azules es Yunia, Angel Torturada.

—Nosotros somos los caballeros de oro. Mayores defensores de la diosa Atenea.—dijo Shion dándose mucha importancia.—Yo soy Shion, el gran patriarca, y estos son: Mu, caballero de Aries y Kiki, su aprendiz; Aldebarán, caballero de Tauro; Saga y Kanon, caballeros gemelos del signo de Géminis; Máscara de la Muerte, caballero de Cáncer; Aioria, caballero de Leo; Shaka, caballero de Virgo; Dokho, caballero de Libra; Milo, caballero de Escorpio; Aioros, caballero de Sagitario; Shura, caballero de Capricornio; Camus, caballero de Acuario y Afrodita, caballero de Piscis.

—¿Para que queréis ver a Atenea?—preguntó Shura.

Linda se pensó un poco la respuesta.

—Por motivos personales.—respondió la reencarnación de Ártemis.

Los caballeros se reunieron y luego de pensarlo un rato decidieron su respuesta.

—Muy bien. Os dejaremos ver a la diosa Atenea. Pero os tenemos que acompañar.—contestó Shion.

Y allí se fueron. Linda y Shion iban en cabeza. Los caballeros de oro detrás y al final Yunia y Nora que seguían enfadadas.

—¿Qué os pasa?—les preguntó Camus.

—Sí, lleváis todo el rato igual.—apuntilló Shura.

Nora y Yunia intercambiaron una mirada.

—Pues verás. Nosotras estábamos maravillosamente en nuestra enorme piscina.—empezó Nora.

—Pero a Linda se le metió en la cabeza conocer a su ídolo. Saori Kido. Y claro, como tenemos que protegerla porque es la reencarnación de Ártemis y bla, bla, bla. Nos arrastró, como quien dice, aquí.—terminó Yunia, esta tenía una voz fría que impresionó a todos los Santos, aunque estos se cuidaron bien de no mostrar su expectación ante la frialdad de una joven de apariencia normal.

—¿Sólo es por eso?—preguntó un poco decepcionado Aldebarán.

—¡Te parece poco!—exclamó sorprendida Nora.

—Eso sin contar que nosotras tenemos que hacer de comer, limpiar la mansión entera una vez a la semana, darles de comer a sus cincuenta perritos, bañarlos, cortarles el pelo y las uñas, entrenarlos…—siguió Yunia, su insensible tono de voz le daba un aire distinto a la frase.

—Y lo mejor de todo. ¡Todos los días nos tenemos que levantar a las cinco de la mañana para entrenar!—añadió como guinda al pastel Nora.

—¡Buda mío! Menudo karma de vidas pesadas lleváis.—exclamó Shaka abriendo los ojos.

—¿Y cómo aguantáis en pié todo el día con esas condiciones?—preguntó Aioros.

Ellas se limitaron a encogerse de hombros.

—Una se acaba acostumbrando.—respondió la Angel Caída.

—Pero eso no implica que nos tengan que gustar esas condiciones para vivir.—replicó la Angel Torturada.

Por suerte, Linda no se había enterado de nada de lo que hablaban sus Angels con los caballeros, puesto que iba muy ocupada en subir las escaleras sin perder la compostura.

—¿Cómo hacéis para que la falta de sueño no os estropee la piel?—preguntó Afrodita.

Ártemis giró disimuladamente la cabeza en ese momento hacia allí. Tenía la impresión de haberse perdido una buena conversación, a si que ahora iba a estar atenta.

—Ah, eso. Pues al acostarnos nos ponemos una mascarilla natural y dos rodajas de pepino en los ojos.—respondió tranquilamente Nora.

—¿Con qué hacéis la mascarilla natural?—siguió Afrodita atento (¿o será atenta?) a su nuevo truco de belleza.

—Trituras cien gramos de cacahuetes, cincuenta de almendras y treinta y seis de nueces. Lo mezclas todo y añades dos cucharadas de aceite de oliva. Luego coges dos yogures naturales sin azucarar, los pones en un bol de cristal y lo metes dos horas en la nevera. Luego lo mezclas con la otra mezcla y lo metes media hora en la nevera. Cuando vayas a dormir lo pones a modo de mascarilla y pones las dos rodajas de pepino encima de los ojos. ¿Nos lo habías explicado así, no Linda?—respondió Yunia. Afrodita había sacado una libreta y estaba apuntando el truco.

—Sí, exactamente esas fueron mis palabras. Hay que ver la memoria que tenéis.—respondió Ártemis.

De repente, delante de Linda apareció un caballero de Hades armado con una katana. Linda chilló al ver como la katana iba directa a su cabeza, pero Yunia dio un salto y se interpuso entre Linda y el sable flexionando el brazo izquierdo. El filo del sable se clavó en el antebrazo de la Angel. Mas esta ni se inmutó ante el golpe que le había roto el antebrazo y levantando la pierna con rapidez le dio una patada que le rompió el cuello(algo que sabían todos, pues se había oído un simpático “Clack”.). Nora se apresuró a cogerle por el cuello.

—¿Quién te envía?—preguntó Nora.

—Hades, ¿quién si no?—respondió el caballero.

—Mientes, ¿quién te envía?-—dijo Nora apretándole más el cuello con la mano.

—No te lo puedo decir.—contestó el caballero. La Angel Caída apretó más aún su cuello.—Está bien. Te lo diré si me dejas marchar.

—Di.—dijo secamente Nora.

—Me envía Kartsa, amazona negra de las dagas. Ella y el señor de las tinieblas han hecho un trato.—respondió el caballero. Yunia le dirigió una mirada de “¿y cual es el trato?”.—Ella tiene que mataros a ti, a la otra Angel y a la reencarnación de Ártemis y él a cambio le proporciona caballeros negros y si lo consigue le dará la inmortalidad y la juventud eterna. Aunque diría que eso más bien le importa poco. Dice que con matarte a ti se contentaría.—el caballero miró a Yunia.—Pero que si aun por encima le dan la juventud y la vida eterna, pues encantada de la vida.

—¿Ah, sí? Yo diría que se confía demasiado.—dijo Yunia. Aunque nadie lo notó, la mirada de la Angel Torturada se volvió triste y angustiosa.—¿No te parece?

—Ni siquiera me has matado con tu patada. No creo ni que seas capaz de matarme a mí.—respondió el “jicho” de la katana.

—¿De verdad? Por favor Nora, ¿me dejas?—preguntó Yunia mirando a su amiga. La Angel Caída asintió con la cabeza mientras soltaba al caballero y dejaba vía libre a Yunia.—Comprobémoslo.

Yunia se acercó al caballero con las manos en puños y haciendo estralar los dedos.(Un gesto bastante amenazador y MUUUUUUUYYYYYYYY típico). El caballero chilló de miedo y echó a correr por patas. Pero como corría a lo loco, no se había dado cuento de que delante de él había un acantilado. Y calló por él. Nora bufó divertida.

—Palurdo.—comentó Yunia.—Sigamos subiendo escaleras. Si no, no llegaremos nunca.

Yunia se llevó la mano derecha a la herida, que no paraba de sangrar. En el momento en que su mano tocó la herida, esta se curó.

Las Angels volvieron a ponerse al final de todo de la comitiva y todos siguieron caminando.

—Vaya. Qué divertido.—dijo Máscara de la Muerte.—¿Qué has hecho para provocarle semejante reacción?—inquirió MM mirando a la Angel Torturada.

—¿Yo? No hice nada. Simplemente me preparaba para matarlo de un minigolpe, ya que no lo maté con la patada porque no me convenía.—respondió Yunia.

—¿Esperabas otra reacción de semejante P-R?—preguntó Nora, divertida.

—¿P-R?—preguntó Aldebarán.

—Pringao-rajao.Se lo inventó Aurora, la hermana de Livia.—aclaró la Angel Caída riéndose, aunque claro está que ellos no entendieron esa aclaración pues no conocían a ninguna de las dos chicas que Nora mencionara.

—¿Estás bien?—preguntó Milo dirigiéndose a la Angel Torturada. (No sé si os habréis dado cuenta de que Milo estaba preocupado por Yunia por cierta razón especial… Llamada amor).

—Sí. Cosas como esta pasan a todas horas.

Llegaron al templo de Atenea sin más interrupciones. Linda y Saori se hicieron amiguísimas del alma y Linda invitó a cenar el sábado a Saori y sus caballeros. (Ártemis se había dado cuenta de que había algo más que amistad entre sus defensoras y algunos de los defensores de Atenea. Así que los invitara para facilitar lo que hubiera ahí).