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lunes, 28 de junio de 2010

Sangre eterna. Capítulo 1

Sangre eterna.
Capítulo 1. Aile Black (Winsher) POV

Hola. Me llamo Aile Black y tengo diecinueve años. Vereis, yo no soy normal para nada, y os lo voy a explicar:

Soy una vampiresa.

Sí, sí, como lo estais leyendo, una vampiresa. Una vampira. Una bebedora de sangre perfecta e inmortal.

Los vampiros llevamos desde el comienzo de los tiempos conviviendo con vosotros, los humanos, sin que lo sepais. ¿Cómo hacemos para pasar desapercibidos? Pues muy fácil, porque somos muy parecidos, casi iguales, a vosotros.

La sanguina, es decir, el veneno que nos inyecta un vampiro o vampiresa con su mordedura y nos convierte en los mismos seres que ellos, nos para el corazón y los pulmones. Seguramente estareis pensando, ¿y cómo sigue viva esta? Pues esto también tiene una respuesta muy fácil. La sanguina nos permite vivir sin necesitar respirar, que nos lata el corazón e incluso no tenemos que ir al baño. Aunque tampoco dormimos. Y lo malo es que simpre tenemos ojeras, pero el sueño no nos afecta los más mínimo.

Antes he dicho que tengo diecinueve años. Sí, bien, no os mentí. Tengo diecinueve años, pero no desde esa cifra. Llevo teniendo diecinueve durante doscientos años.

Lo mejor de todo de ser una vampiresa es que somos prácticamente perfectas. Pues tenemos un piel pálida perfecta, un cuerpo perfecto, ... Aunque lo malo en mí por parte de mi cuerpo es que la sanguina no me hizo ser más alta. Es que soy bajita como yo sola. Y odio ser bajita. Pero bueno.

Antes de describiros nada más sobre mi físico os sacaré de dudas en cuanto a nosotros, los vampiros.

Para empezar, no nos pasa nada a la luz del Sol. Ni nos morimos, ni nos abrasamos, ni nos entra sed, ni nos brilla la piel como si tubiera diamantes incrustados. Nada de eso es cierto.

La segunda cosa, sí, somos inmortales.

La tercera, la sangre no nos produce un frenesí incontrolable.

Cuarta cosa, cuando nos entra sed, nuestros ojos se vuelven rojos.

Quinta cosa, hay vampiros por todas partes del mundo.

Sexta, no nos pasa nada si nos toca un crucifijo.

Septima, no morimos si nos clavan una estaca en el corazón. Porque para empezar, nuestra piel es dura como el diamante y muy dificil de dañar y la otra razón es que si el corazón no nos late y no tenemos necesidad de que lo haga, es lógico que no nos afecte.

Séptima, los licántropos existen. Luego os explicaré de que va la cosa en el caso de esos chuchos.

Octava, la única forma de matarnos a nosotros, los vampiros, es desmembrándonos y quemando nuestros restos.

Novena, cuando tenemos sed, nos bebemos cualquier tipo de sangre, tanto humana, como de un animal, como de un licántropo.

Décima, nuestra saliva cura y cicatriza cualquiera herida. Es decir, si te haces un corte y sangras, la forma más rápida de curarte es diciéndole a un vampiro, si conoces a alguien que lo sea, que te chupe la sangre que as derramado y que te beba un poquito de sangre de la herida. Así tu herida en cuestión de segundos se cerrará y desaparecerá, aunque el tiempo que tarde en curarse depende de su gravedad.

Onceava, los vampiros tenemos una regla. No descubrirnos a los humanos. Si algún humano lo descubre deberémos desparecer de su vida para siempre, coo, en el peor de los casos, matar a el humano.

Doceava, las vampiresas no podemos quedarnos embarazadas y los vampiros no pueden dejar embarazada a ninguna humana o licántropa.

Treceava, los vampiros podemos saltar alturas increíbles, correr a la velocidad del sonido y tenemos una fuerza incalculable a pesar de que solo están musculitos aquellos vampiros que ya lo eran de humanos.Bueno, creo que ya está todo.

Ahora os describiré como soy:

Como ya os había dicho antes, soy baja, de cuerpo perfecto exceptuando mi altura y de piel pálida. Bien, ahora os cuento las novedades. Tengo el pelo hasta la cintura y del color negro más oscuro que os podais imaginar. Mis ojos son de color violeta, sí, como veis ya era rara antes de convertirme en vampiresa. Y eso es todo. No tengo nada más que definiros de mi aspecto. Bueno, queda mi caracter. Soy una vampiresa tranquila, con una mente rapidísima —mucho más yo al correr—, suelo se buena, simpática y amable, pero como me enfade ya puedes correr y esconderte de mí. He de deciros que canto bastante bien, mi voz es prácticamente exacta a la de Amy Lee, la cantante del grupo Evanescence.

Cambiando de tema, os explicaré el tema de los licántropos y licantropesas o licántropas.

El veneno que los transforma es la resperitina. Este veneno se inyecta por la mordedura de otro licántropo. Son prácticamente humanos, quizá un poco más que nosotros. Se transforman en unos lobos del tamaño de caballos cuando les viene en gana y suelen estar agrupados en manadas—algo también muy parecido a lo nuestro pues nosotros, los vampiros, normalmente estamos agrupados en clanes—. Una vez que un humano es envenenado con la resperitina se desarroya totalmente, se vuelve altísimo, sus musculos también se desarroyan y se marcan —vamos que están cachas—, en el caso de las chicas, sus cuerpos sufren lo mismo que el de las humanas envenenadas con sanguina, desarroyan el pecho, se vuelven delgadas y también se vuelven guapísimas.

Ya que os hablé de clanes, yo pertenezco al de los Winsher, y para los humanos somos todos hijos adoptados por Irynara y Alan, dos vampiros que ya os describiré, mis cuatro hermanos están emparejados, Vanessa y Grisam y Bianca y Alexander. La única soltera soy yo. Qué triste.

Mi clan y yo vivimos en Forks. El sitio está muy bien y hay animales de sobra para cuando nos entra sed. Lo malo es que tenemos una manada de licántropos viviendo cerca de nosotros. Más concretamente en el mismo pueblo, ellos viven en la parte sur del bosque y nosotros en la parte norte.

La estancia en Forks nos iba a la perfección, convivíamos bastante bien dentro de lo que cabe con los humanos y los licántropos. Pero las cosas buenas nunca duran demasiado...

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