¿Cuál es tu Santo de Oro favorito en Saint Seiya?

viernes, 23 de julio de 2010

Angels. Personajes: Yunia



¡Hi! Bueno, por aquí os dejo la ficha personal de una de las protagonistas de mi fic Angels, Yunia.

Yunia
Nombre completo: Yunia Higurashi
Título: Angel Torturada, Ama blanca de los lobos
Diosa a la que protege: Ártemis
Edad: 20 años
Altura: 1'78 metros
Peso:70 kg
Pelo: Largo y violeta
Ojos: Azules claros
Grupo sanguíneo: AB
Padres: Huérfana
Ataques y descripción de estos:

Técnicas de ataque:
  • Black Whip (látigo negro). Técnica básica. Consiste en el movimiento del látigo a la velocidad de la luz, causando miles de latigazos por segundo.
  • Whip Bloody Hell (látigo sangriento del infierno). Técnica suprema. El látigo se divide en dos a partir del mango y enrolla a la persona que es atacada, la presión del látigo va aumentando, creando cada vez cortes de mayor profundidad. Cuando el látigo está totalmente empapado de la sangre del oponente, se fragmenta en el lugar justo de unión con el mango. El látigo se convierte en un flujo de lava con unas runas mágicas inscritas y abre una puerta al Inframundo detrás de la persona. Finalmente, la persona es absorbida hacia el Infierno y el látigo se regenera de nuevo a partir del mango.
Técnicas de defensa:
  • La Angel Torturada no cuenta con técnicas defensivas especiales, por lo que para defenderse tiene su fuerza bruta, su látigo como arma normal, su capacidad de establecer conversación con los animales para que estos la ayuden y su arma más poderosa, la capacidad de predecir el futuro y anticiparse a los ataques de su contrincante.


A pesar de no sentirme muy orgullosa precisamente de este FanArt, os dejo el único dibujo que tengo de Yunia de momento. Cuando haga uno mejor lo subiré, os lo prometo.


miércoles, 14 de julio de 2010

Lío de parejas. Capítulo 3

Lío de parejas.
Capítulo 3.
Cambio.

Miho apoyó la espalda en la marquesina. Miró su reloj. Aún faltaban dos minutos para que llegara el autobús. En su nuevo MP5 empezó a sonar una canción de Evanescence:

Please, please forgive me,
but I won't be home again.
Maybe someday you'll have woke up,
and, barely conscious, you'll say to no one:
"Isn't something missing?"
You won't cry for my absence, I know
you forgot me long ago.
Am I that unimportant...?
Am I so insignificant...?
Isn't something missing?
Isn't someone missing me?

A la chica se le formó un nudo en el estómago, ¿tenía que ser justamente esa canción? La había reconocido en cuanto comenzara: Missing. La peliazul tradujo entonces mentalmente la primera estrofa de la canción:

Por favor, por favor perdóname,
pero no volveré a casa otra vez.
Tal vez algún día tengas que despertarte,
y, apenas consciente, no le dirás a nadie:
"¿No falta algo?"
No llorarás por mi ausencia, lo sé
me olvidaste hace mucho.
¿No soy importante...?
¿Soy insignificante...?
¿No falta algo?
¿No me echa de menos alguien?

"Seiya, ¿no me echas de menos?"pensó la chica con amargura. Aquella canción describía a la perfección como se sentía.

Sonó entonces el coro:

Even thogh I'd sacrified,
you won't try for me, not now.
Thogh I'd die to know you love me,
I'm all alone.
Isn't someone missing me?

A pesar de que cada palabra le hacía más daño que la anterior y que el significado de la canción se clavaba como una daga en su pecho, Miho siguió traduciendo la letra.

Incluso aunque yo fuera sacrificada,
no me juzgarás, ahora no.
Aunque yo muriera para saber si me amas,
estaría absolutamente sola.
¿No me echa de menos alguien?

La puerta del autobús se abrió delante de las narices de la chica. Con esta última frase resonando en su cabeza subió al transporte. Pagó el importe, cogió el ticket y se dirigió a los asientos de detrás. Se sentó en la penúltima fila, en unos asientos de dos que se encontraban vacíos. Se sentó a la izquierda, pegada a la ventana, y apoyando el codo en el borde de la ventana dejó descansar la cabeza contra la ventana.

Al otro lado de la ventana, una joven guapa de mirada ausente la miró fijamente. Era transparente.

Miho se sorprendió al ver su reflejo. Se fijó en todo lo que había cambiado. Pensó en su anterior yo, la niña inocente de dos chichos altos, con vestiditos y correteando detrás de niños pequeños protestando porque se comieran la merienda. Esa niña sin una gota de maquillaje, natural, inocente y estúpida. Pensó en sus anteriores amigos. ¿Amigos? Casi ninguno. Sus anteriores amigos eran Seiya, Shiryu, Shun, Hyoga, Ikki, Eri y Saori. ¿Y ahora? Ahora había perdido a dos, Saori y Seiya, y este último no solo como amigo, si no como novio también. ¿Qué le había dicho cuando la dejara? Ah, sí :"Miho, yo te apreció mucho como amiga y te quiero como tal. Pero lo nuestro no puede ser. Para mí solo eres una amiga". ¿Una amiga? ¿Quién le había dicho a él que ella querría seguir siendo su amiga? Nadie. No se lo había dicho nadie. Pensó entonces en la que era ahora. Una chica de pelo suelto, sedoso, largo y ondulado, vestida como la adolescente que era, ropa a la moda, alguna cara que era de marca, otra barata de un Outlet o de un mercadillo, pero ropa moderna; ya nada de aquellos vestiditos, los vestidos que llevaba ahora solían ser ceñidos, o escotados, modernos, elegantes, frescos, divertidos, góticos, pijos, ... Dependía de su humor. Seguía cuidando a los niños, de acuerdo, eran un poco desastre, pero agradables, seguía jugando con ellos y disfrutaba correteando; pero ya no era su rutina diaria. También había subido de forma impresionante sus notas en el instituto, de suficientes y a lo mucho notables, ahora eran todo sobresalientes y matrículas de honor; estudiar era una buena salida para evitar pensar y olvidarse del dolor. La Miho de ahora, con la raya del ojo hecha y rímel de vez en cuando, con el flequillo de lado tapándole el ojo derecho. La Miho actual, con un cuerpo fantástico que sabía lucir. Una adolescente valiente, lista, precavida aunque un poco decaída.

Ya no era la misma.

Miho sabía que había cambiado muchísimo, pero... ¿Qué de malo había en ello? La chica había llegado a una conclusión: le gustaba su cambio.

No tenía por qué hundirse. Seiya no sabía lo que se estaba perdiendo. Y con una sonrisa, cambió de canción.



Con el nuevo sonido de Shakira, Waka Waka, en su versión en español, Miho bajó del autobús. Delante de ella estaba el banco. Pasó la su tarjeta de crédito por la ranura correspondiente y entró. Tubo que tocar una especie de timbre y esperar un poco a que le abrieran. Ya dentro, apagó el MP5 se quitó los auriculares y lo guardó en el bolsillo de su short vaquero. Miho se puso a la cola a esperar su turno.


Máscara Mortal dirigió una mirada circular a todo el banco. No conocía a nadie, estaba aburrido y aún por encima tenía mogollón de peña delante suya en la cola. Aquello le llevaría un buen rato. Entonces la cola de al lado a la suya se movió y a su lado acabó una chica de pelo azul. La chica debía tener unos catorce años, llevaba el pelo suelto y ondulado, con el flequillo de lado que le tapaba el ojo derecho, llevaba rímel y la raya del ojo echa. Vestía unos shorts vaqueros, un corpiño blanco largo que se ajustaba al pecho pero luego se volvía vaporoso y unas sandalias romanas blancas a juego. Era muy guapa. "Si hubiera chicas así cuando tenía su edad..." pensó el Santo dorado de Cáncer. Miró a la chica de reojo. Se fijó entonces en que algo en ella le resultaba familiar. Se le parecía a alguine, pero... ¿A quién?


Miho se volvió hacia su izquierda, como si pudiera intuir que la estaban mirando. Se quedó muy sorprendida al ver quién era.




—¿Máscara?—le llamó.



Él se volvió hacia ella.



—¿Miho? ¿Eres tú?—ya sabía de que le sonaba aquella chica. ¡Claro! Era Miho. Al parecer ella y el Seiya lo habían dejado.



—¡Claro! ¿Quién si no?—le respondió ella esbozando una sonrisa.



—Guau, chica, pedazo cambio.—no pudo evitar decir el Santo. De ser aquella niñita de chichos a ser ya una mujer echa y derecha había un cambio muy grande. Máscara seguía sin creerse del todo que alguien pudiera cambiar tanto, y, sobre todo, para mejor. Al menos, esa era la impresión que daba.



—Je,je, ¿verdad? Personalmente, creo que estoy mejor así.—le respondió Miho sin abandonar su sonrisa.



Máscara Mortal no pudo evitar pensar lo idiota que era Seiya por dejarlo con una chica así. ¿Por qué lo haría? Entonces recordó todas las veces que había visto a Saori y Seiya juntos últimamente y cayó en la cuenta. La había dejado por una Diosa. Aún así, Miho seguía siendo una chica espectacular y muy agradable y simpática, y según había oído, con una mente realmente prodigiosa.



—No eres la única que lo piensa así. Bueno, ¿qué tal?—le preguntó él. Aquella chica le caía simpática.



—Bien, por aquí, ya ves, en busca de unos papeles. ¿Y tú?



—Bah, lo de siempre. A veces todo resulta un poco cansino.



Al salir del banco, Máscara de la Muerte se dio cuenta de dos cosas. Una, aquella chica cambiada le caía genial. Y dos, Seiya era realmente estúpido.

Angels. Normativa de los licántropos.

¡Hi! Para tod@s aquell@s que sigáis Angels, os dejo por aquí la normativa de los licántropos. ¡Espero que os ayude a comprender mejor al clan de Livia, Nora, Yunia y Aurora!




Normativa de los licántropos:

1-Acatar siempre las órdenes de la Princesa de los Lobos.

2-En caso de que la Princesa no pueda asumir el mandato del clan, la Emperatriz de los Lobos debe ocupar su puesto.

3-En el caso de que la Emperatriz no pueda asumir su responsabilidad como tal, debe ocupar su puesto una de las Amas de los Lobos.

4-En el caso de que una o ambas Amas de los Lobos no pueda cumplir su liderazgo como tal, las mejores luchadoras del clan deben ocupar sus puestos. Estando permitida en este caso una pelea a muerte entre las candidatas.

5-Cualquier Señor o Señora de los Lobos puede retar a la Princesa de los Lobos, a la Emperatriz de los Lobos, a la Ama Negra de los Lobos o a la Ama Blanca de los Lobos a un combate por ocupar su puesto en el clan. Este combate solo puede finalizar cuando uno de los dos licántropos muera o cuando uno de ellos reconozca su derrota y abandone para siempre el clan.

6-Está totalmente prohibido desvelarle nada sobre los licántropos a un humano o humana que no sea de fiar. Así mismo también está prohibido desvelárselo a algún medio de comunicación o expandirlo a un gran número de humanos, solo hay una excepción a esta normativa en lo referente a un gran número de humanos, que sean un grupo de protectores de alguna reencarnación de Dios o Diosa, en ese caso el clan entero (incluyendo a la Princesa) debe ponerse a su disposición.

7-Siempre debe quedar algún jefe en el clan, de lo contrario la supervivencia del grupo estaría en serio peligro.

8-La Princesa de los Lobos debe ser siempre mujer, sin excepciones.

9-La Emperatriz de los Lobos debe ser siempre mujer, sin excepciones.

10-Las dos Amas de los Lobos deben ser siempre mujeres, sin excepciones.

11-Ninguna superiora del clan puede negar un reto.

12-La ganadora del reto es definitiva, no se admiten revanchas, venganzas o reclamaciones de lo contrario por parte del clan.

13-La perdedora del reto, en el caso de seguir viva, debe abandonar para siempre el clan y no pisar el territorio del mismo.

14-La Princesa de los Lobos siempre tiene que anteponer las necesidades de su clan a las suyas propias, de lo contrario será expulsada del cargo y de su clan.

15-Las relaciones están permitidas entre licántropos y humanos o licántropos y licántropos. En el caso de que todo el clan coincida en que la pareja de la Princesa de los Lobos sea un inconveniente para el clan, este debe liquidarlo.

16-La ordenes de una reencarnación de Dios o Diosa deben ser acatadas por todo el clan, el licántropo que no cumpla esta orden debe ser liquidado.

17-Norma exclusiva para el clan de la Princesa de los Lobos Livia.La Joya del Alma es totalmente sagrada, cualquiera que la intente sacar del territorio debe ser liquidado por la mismísima Princesa de los Lobos.

18-Está totalmente prohibido aceptar cualquier tipo de chantaje que pueda afectar al clan. En el caso de que exista algún chantaje debe ser negado inmediatamente, aunque esto traiga consigo la muerte de algún miembro del clan o de alguna mandataria.

19-Las peleas entre clanes están permitidas.

20-En estas peleas está prohibido totalmente tomar rehenes, cualquier miembro del clan liquidado que siga con vida debe tener el mismo destino que su clan.

21-Las alianzas entre clanes están permitidas.

22-No puede haber dos mandatarias del mismo rango en el mismo clan, la única excepción son las alianzas entre clanes, en las que las mandatarias deben ponerse de acuerdo siempre.

23-Cualquier miembro del clan que mate a otro de su mismo clan debe ser liquidado por la Princesa de los Lobos.

24-En el caso de quel asesino consiga huir, los demás clanes deben comprometerse a que si lo ven, liquidarlo.

25-Un licántropo nunca se puede rendir en una batalla.

26-Un licántropo nunca puede abandonar su clan sin el consentimiento de la Princesa de los Lobos.

27-Un clan nunca puede negar una batalla contra otro.

28-La intervención en un reto entre licántropos por parte de cualquier licántropo o humano está penada con la muerte del intervensor.

29-La Princesa de los Lobos debe ocuparse de cualquier niño o niña licántropo al que en esos momentos sus padres no puedan cuidar.

30-Intentar asesinar a una reencarnación de Dios o Diosa está penada con la muerte del asesino o asesino. En el caso de que el asesinato sea formulado por todo el clan, debe liquidarse al clan entero, sin excepciones.

31-Si alguien ayuda a un clan en caso de necesidad sin verse obligado a ello, el clan está obligado a ayudar a ayudar a esa persona o grupo de personas cuando este esté en apuros.

32-Norma exclusiva para el clan de la Princesa de los Lobos Livia. El clan entero nunca puede abandonar el territorio de la Joya del Alma, en caso de que el clan tenga que cumplir la norma número 31y necesite salir del territorio, un grupo entre el que debe estar una mandataria irá a cumplir la regla 31, mientras que el resto del clan se quedará en el territorio a proteger la Joya del Alma.

Cualquier incumplimiento de estas reglas está penado con la muerte.

Así mismo, todas las mandatarias de todos los clanes deben firmar y aceptar esta normativa.

Firmas:

Princesa de los Lobos Livia, firmado.

Emperatriz de los Lobos Aurora, firmado.

Ama Negra de los Lobos Nora, firmado.

Ama Blanca de los Lobos Yunia, firmado.

Princesa de los Lobos Aterya, firmado.

Emperatriz de los Lobos Irina, firmado.

Ama Negra de los Lobos Shay, firmado.

Ama Blanca de los Lobos Tanya, firmado.

Princesa de los Lobos Ariadne, firmado.

Emperatriz de los Lobos Niebla, firmado.

Ama Negra de los Lobos Eliah, firmado.

Ama Blanca de los Lobos Noah, firmado.

Princesa de los Lobos Nahir, firmado.

Emperatriz de los Lobos Lisa, firmado.

...

Angels. Capítulo 17

Angels.
Capítulo 17.
Nora POV. Dulce venganza.

Furia y dolor se mezclaban dentro de mí. Mis padres habían muerto en manos de ella, todo mi maravilloso mundo había caído por su culpa.

¿Por qué? ¿Por qué?


-¡¡Mami!! ¿Falta mucho para llegar? Mami...

-Nora, hija, tranquila, dentro de diez minutos llegaremos al zoo. Relájate.

-Humf... Está bien...

-Cariño, no te preocupes, si dejas de preguntar cuánto falta después te compraré un helado. Promesa de padre a hija. ¿Vale?

-¡Vale, papi! ¡Gracias!

No pregunto más. Llegamos al zoo. Lo pasamos bien, hasta a un guardia le caigo bien y me deja coger a una pitón. Mi madre mira a la serpiente horrorizada, a mi padre le hace gracia su expresión. Y yo disfrutaba como la niña de cinco años que era.

Otro recuerdo...

Estoy viendo en la tele unos dibujos animados. De repente comienza a llover, mi madre sale corriendo de casa a guardar la ropa. Demasiado tarde. La ropa está empapada y ella también.
Mi madre se enfada. Yo me levantó del sofá, apago la televisión y salgo fuera a junto de ella.

-¡Nora! ¿Qué haces? Cariño métete en casa que te vas a empapar.

-Mami, te vengo a ayudar a recoger.

-No, cielo, no. Rápido, ¡para casa! ¡Venga, antes de que te empapes y te resfries!

Siento un impulso. Algo me recorre. Quiero que deje de llover.

-Para.

-¿Qué? Nora, ¿con quién hablas?

-No hablo, mami, ordeno. Le estoy diciendo a la lluvia que pare.

Mi madre me mira con expresión sumamente extrañada.

Yo cierro los ojos, pienso en mi casa y en la lluvia. Digo mentalmente que pare. Pienso en mi casa y en un cielo despejado y con el sol dando justo en el tendal. Digo mentalmente que se cumpla.

Abro los ojos. Sucedió. La ropa comienza a secarse. El pelo rojo de mi madre se seca. Ambas nos secamos rápidamente gracias al calor.


¿Qué había hecho mal mis padres? ¿El qué? Encontré la respuesta.

Su único error había sido traer a la Angel Caída a este mundo. Su único error fui yo.

La culpa era mía, mía, mía...

Una fuerte oleada de dolor me golpeó y hundió con su fuerza. Sentía que casi no podía respirar.

Me estaba ahogando...

Ahogando en mi propio dolor. Dolor por la pérdida de mis padres, dolor por lo que le estaba sucediendo a Camus, dolor, pero ante todo, dolor de culpabilidad...

Bajo aquel manto de sufrimiento algo me arrastró hacia abajo...

Camus. Intenta decirme algo pero no encuentra palabras. Lo miro con curiosidad, creo saber lo que va a decirme. Quiero creer saberlo.
Me coge el rostro con suavidad me besa.
Dejo caer mis brazos alrededor de su cuello y me entrego a aquel beso apasionado que nadie relacionaria con él, el Señor de los Hielos. "No sabía que el hielo pudiera arder" pienso "bueno, pues avivemos más las llamas".
Nos separamos y nos sonreímos.
Le pregunto si volvemos.
Dice él entonces quella maravillosa frase:

-Vale. Bueno, ahora te diré lo que tenía pensado. Nora, te amo.

Estoy a punto de echarme a llorar, nunca antes me había sentido tan feliz.

-No te puedes ni imaginar lo que yo a ti. Eres lo mejor que me ha pasado, Camus. Ojalá nos hubiéramos conocido antes.- respondo yo.

-Sí, ángel mío, sí.

Volvemos a la mansión, me ama, le amo.

Camus. Sus labios sobre los míos, y esa sensación... Todo se desvanece a nuestro alrededor, solo nosotros, solo él...
Él, solo él...
Su pelo, sus labios y, por último, sus ojos... Aquel azul en en el que me perdía... Aquel mar propio de belleza azul en el que adentrabas y que luego te arrastraba hasta el fondo con sus corrientes... Y luego no podías volver a la superficie...

Pero entonces... Camus apareció nuevamente en mi mente, con un recuerdo no demasiado lejano...

-Entonces... ¿crees que la otra parte de la joya podría estar con ellos?

-No lo sé, Nora, el manuscrito es muy antiguo, pero tratándose de una secta de tanta importancia que además se guarrdaba en secreto es muy probable. Y que el documento estubiera en el mismo montón que los de la Joya del Apocalípsis da que pensar.-me responde Bella.

-¿No deberíamos informar a los demás?-le pregunto.

-No, es algo que solo Livia, Yunia-le costó pronunciar el nombre, y una sensación de tristeza nos invadió a ambas-, tú, yo, y a lo mucho Auri debemos conocer. Es una posibilidad...

-Muy remota... Tienes razón, es mejor dejarlo estar así hasta que estemos del todo seguras...

Callé de repente, había reconocido el cosmos que se acababa de acercar a la habitación en cualquier lado.

Bella sonríe.

-Traes a tu enamorado tras tus pasos...-acto seguido se echa a reír.

-Serás...-pero yo tampoco puedo superar la tentación y me sumo a sus risas.

Niego con la cabeza y salgo de la habitación. Sonrío en cuanto le veo un poco más allá y me acerco.

-Hola.

-Nora, tenemos que hablar.-me responde Camus secamente. ¿Hablar? ¿De qué? Pero... ,¿qué estaba mal? Mi sonrisa se va borrando hasta apagarse por completo.

-¿Qué pasa?-le pregunto, mi preocupación se dejaba notar.

-Se acabó.-No. No puede hablar en serio.

-¿Qué?-abro los ojos y retroced, asustada. Pero...

-Lo nuestro se acabó, Nora. Me he equivocado contigo.-me responde. ¿Por qué? ¿Por qué me deja? ¿Qué ha salido mal? ¿Qué he hecho mal? Dímelo, dímelo y cambiaré.

-Pero... ¿Por qué dices eso?-le pregunto.

Contengo las lágrimas.

-Eso tú ya deberías saberlo, tú y Cristian. ¿No?-su frialdad me traspasa.

Camus se da la vuelta y desaparece por los pasillos.

Me quedo inmóvil. Las lágrimas comienzan a fluir.

¿Por qué?¿Por qué? ¿Por qué así? ¿Por qué no una explicación? ¿Por qué esa última frase? ¿Cristian? ¿Qué tenía que ver él?

Cierro los ojos y siento como todo eso me traspasa, creando agujeros a su paso que causan dolor, mucho dolor... Y por último, su frialdad, su insesibilidad hacia mí atraviesa mi cuerpo como una daga y se clava en mi corazón. Este no puede soportar el hielo. Cae en pedazos silenciosamente en mi interior, mi interior vacío. Todo lo que estaba en el Camus se lo había llevado consigo...

Y sin embargo, me había salvado. Había aparecido y desvancado a Runa trasformada en él con el fin de que yo me dejase matar.

Runa...

Miré al enorme lobo color marrón-rojizo y al lobo gris apagado peleando, buscando el cuello del otro. Cuando Kat saltara trasformándose a través de la fisura del ataque, había comprendido perfectamente la estratagema de Runa.

Muerte era lo único que deseaba para la bruja.

Muerte era lo que le quería dar.

Mas esa no era mi historia, aquella era la venganza de Kat, y la cumpliría ella.

El lobo marrón-rojizo logró aferrar el cuello del gris apagado y desgarrandole la piel, lo lanzó de forma que salió volando unos metros. En cuanto tocó el suelo, el lobo gris apagado se levantó. Pero ya no había tanta seguridad en sus ojos.

La ira del otro lobo, la furia asesina de Kat, estaba totalmente liberada, y nadie la frenaría hasta que cumpliera su propósito...

Miré a Dartsa y a su sonrisa maquiavélica.

No, la culpa de la muerte de mis padres no era mía.

Era suya.

Aunque yo hubiera nacido, aunque mis padres criaran a la Angel Caída, no habrían muerto si Dartsa no existiera.

Ella había creado la ola gigante. Ella había creado su muerte. Ella los había asesinado.

E iba a pagar por ello.

Dartsa me miró fijamente, su sonrisa había desaparecido.

-Vas a morir, Caída.

Ella los había matado.

Ella.

La tenía delante de mí. Había matado a mis padres, había matado además a toda la gente que iba en el crucero, había estado a punto de matar a Linda, a Livia, a Kat, a Bella, y ahora Camus estaba al borde de la muerte por su culpa.

-¡Ring of the died!

Esquivé el ataque de Dartsa dando un potente salto.

Acababa de firmar su sentencia de muerte.

Por ti, mamá. Por ti, papá.

Eché las piernas ara atrás y di un salto mortal hacia atrás.

Estiré los brazos con las palmas hacia arriba.

-¡Armadura de la Angel Caída a mí!

Y impulsé mi cosmos todo lo que pude, creando una explosión en forma de honda que golpeó a Dartsa y la lanzó lejos.

Muerte era lo único que le deseaba.

Muerte era lo que le quería dar.

Muerte, eso era lo que le iba a dar.


Angels. Capítulo 16

Angels.
Capítulo 16.
Resurgido de nuevo.

Nora abrió los ojos de par en par por la sorpresa. Aquello era imposible. Relajó un poco la postura y frunció el ceño. Venga ya, pensó, esto parece una película de ciencia-ficción. Y es que, lo que Nora estaba viendo era, nada más y nada menos, que a dos Camus. El que la había atacado estaba en frente de ella, y el otro estaba un poco más alejado. El que la había atacado miró con cólera al recién llegado que lo miraba con recelo y duda.

-¿Quién eres, impostor?-le preguntó el primero al segundo con tanta rabia que parecía que más que hablar escupía las palabras.

-¿¡Qué!?-soltó el otro fríamente.

El primero abanzó un paso hacia el segundo con aire amenazador.

Nora retrocedió un paso, pero Dartsa, que hasta ese momento parecía haberse olvidado de la Angel Caída para centrar su atención en los dos Camus, la miró fijamente.

La mirada de la Angel se envenenó y contempló con rabia a la asesina de sus padres. Esta tenía el pelo naranja intenso por la cintura, los ojos marrones y una piel inmensamente pálida, era alta y atlética y tenía treinta y cinco años.

-Tú...-susurró Nora con un odio enorme que nadie se habría imaginado que podía albergarse en ella.

-Volvemos a vernos las caras, Caída.-le respondió Dartsa con el mismo tono de voz.

Dartsa echó una pierna para atrás y convirtiendo las manos en puños, agachó una rodilla. Esta comenzó a aumentar su cosmos, preparando su ataque. Pero cuando parecía que iba a ejecutarlo, murmuró unas palabras y se desvaneció en el aire.

El primer Camus se giró inmediatamente y miró a la Angel.

-La orden sigue en pie.-dijo solamente.

Nora, cuyo cosmos crecía muy lentamente, tanto que casi no se podía notara, lo miró en el momento justo para ver como la atacaba.






Bella lo supo en el momento exacto en que Dartsa pisó su templo. A cada paso que daba la Amazona Negra, su templo iba volviéndose negro, consumido por la oscuridad. La sacerdotisa sufrió un escalofrío y el miedo comenzó a fluír por su sangre, empapando su ser. Era muy poderosa, pero solo como sacerdotisa, contra alguien como Dartsa nada podía hacer.
La sacerdotisa oía cada vez más fuerte el sonido de su muerte a cada paso que la Amazona Negra daba hacia ella.





Shaka miró a su alrededor, después de la muerte de Cristian y de que se apagara el sentencial susurro, todo nuevamente se había vuelto negro. Ya ni siquiera estaba seguro de encontrarse en su templo. Entonces, se le ocurrió una idea para avisar a Atenea y a Artemisa que quizá diera resultado. Una idea que podría salvar a Bella si las Diosas entendía su significado.
El Santo de Oro de Virgo cogió su rosario y se lo arrancó del cuello, rompiéndolo de forma que un par de bolitas saltaron al suelo con un ruído sordo. Sujetando el rosario apretándolo contra la mano con el dedo pulgar, levantó la otra y se cortó la palma de la que sujetaba el rosario. La sangre comenzó a fluír y pronto empapó completamente el rosario. Entonces, concentró su cosmos al máximo y, sin saber como, durante un segundo adquirió la misma cualidad que el Santo de Oro de Aries, y el rosario desapareció.




Saori y Linda miraron atónitas como aparecía ante sus ojos un rosario. Atenea lo recogió antes de que llegara al suelo y, cuando se levantó y abrió las manos que lo habían recogido para mirarlo más detenidamente, miró que tenía las manos empapadas de sangre y que esta goteaba entre sus dedos. Una sangre que venía con el rosario.

-Shaka.-entendió Saori.

-¿Qué pretende decirnos con esto?-inquirió Linda.

Afrodita se acercó a ellas y contempló el rosario.

-Puede querer deciros que algo importante... No, alguien importantese encuentra el peligro.-dijo Afrodita demostrando una muy buena capacidad de descrifrar las cosas.

-¿Cómo?-empezó Linda.

-Ah ya veo, mira Ártemis, el rosario es algo muy valioso para él y el que lo haya roto y manchado de su sangre solo puede querer decir que alguien muy importante para él está en peligro...

-Oh.-dijo Linda comprendiendo lo que el Santo de Oro de Piscis y Atenea le quería decir. Pero, entonces, entendió quién era ese alguien importante. Bella.-Saori...

-Qu...-empezó la interpelada. Pero entonces, le tocó el turno de entender a ella.

-Ya es hora de desbaratar este ataque.-dijo Linda con una tétrica sonrisa.






Kat volvió a mirar a su alrededor, confusa. Aunque lo único que consiguió fue volver a descubrir que seguía sin ver nada. Frustrada, lanzó un gruñido entre dientes. El ataque la había aislado totalmente.

-¡Saga! ¡Nora! ¡Linda! ¿Alguien me oye?-gritó.

Pero su respuesta fue el mismo frío y solitario silencio que la llevaba acompañando todo el rato.

Suspiró con fuerza y se encontró con que estaba temblando. Hacía frío, mucho frío. Enseguida comenzó a tiritar, y, aunque se abrazó a sí misma intentando buscar alguna fuente de calor, le empezaron a castañetear los dientes.

Las piernas le flaquearon, y cayó de rodillas al suelo.






Nora miró fijamente al primer Camus con la cólera hirviendo en sus ojos verdes. Sin pensarselo dos veces, él la atacó.

-¡Diamond Dust!

La Angel esbozó una sonrisa maquiavélica. Y justo cuando el ataque estaba a un par de milímetros de su piel, una honda de fuego surgió de ella llevándose el atque por delante y deshaciéndolo.

-¿Cómo diablos has podido parar un ataque así?-exclamó sorprendido el primer Camus.

"¿Qué? Es imposible que no sepa cómo he parado su ataque. Camus lo sabría. Es más, sabría desde incluso antes de atacar que no lograría tocarme."pensó Nora.

La Angel clavó la mirada en el primer Camus.

Entonces, unas enormes plantas comenzaron a surgir del suelo y a entrelazarse en las piernas del primer Camus. Este hizo ademán de asestarle una patada a la planta para sacársela de encima, pero no podía mover la pierna.

-Ni has necesitado ver o decir algo... Ni siquiera concentrarte...-murmuró el atrapado- Me temo que te he subestimado.

La planta seguía creciendo y atrapándolo.

Desesperado, él intentó liberarse. Mas era incapaz.

Nora dio un paso atrás y se giró, dando por sentado que él nunca podría liberarse.

Pero el primer Camus encendió de golpe su cosmos y la planta estalló quemada.

-¡¡Freezing coffin!!-exclamó.

La chica giró la cara justo para verlo y solo tubo tiempo de cubrirse la mara con los brazos.

"Estoy perdida... Mierda... Cómo pude caer en una trampa tan burda... Camus" pensó la Angel mientras una única lágrima rodaba por su mejilla derecha.

-¡Aurora execution!

Nora apartó los brazos, sorprendida, y abrió los ojos para ver quién era su salvador.

El segundo Camus estaba delante de ella y acababa de atacar al primero.

-¿Qué...?-consigió articular ella.

-¿Quién eres, traidor, que te atreves a tomar mi forma?-le preguntó el segundo al primero.

El segundo abrió la boca para contestar, pero no pudo ni articular palabra.





Kat abrió los ojos y notó que la temperatura no era tan baja. Sintió que el ataque se debilitaba. Ante ella se abrió a su brecha bastante grande. Al otro lado, se encontraba Camus. Pero nada más verlo, se dio cuenta de la trampa.

Y el odio volvió a surgir en ella, un odio con el que ya se había encontrado unas semanas antes...





Camus (segundo) vio como saltaba el enorme lobo cobrizo hacia el primer Camus, y gracias a sus buenos reflejos, consigió apartar a Nora y a sí mismo.

La Angel cerró los ojos con fuerza al notar el impacto contra el suelo, cuando los abrió, se encontró a Camus encima suya con las manos apoyadas en el suelo a ambos lados de su cabeza.

-¿Estás bien?-le preguntó el Santo con preocupación.

-S...sí.-le respondió Nora.

En un principio, esta pensó que había sido una estupidez lo que Camus había hecho, pero ese pensamiento se borró rápidamente de su cabeza al ver que una lluvia de cristales había caído por todo el lugar, como si al resquebrajarse ligeramente el ataque se hubiera roto un inmenso espejo. Ningún pedazo de cristal había tocado a la Angel Caída gracias a que Camus los había tapado utilizando como escudo su propio cuerpo.

El Santo se apartó para un lado para dejar salir a Nora. Esta se apartó un poco para el lado contrario poniéndose de rodillas. A su lado, Camus se dejó caer estrepitosamente a su lado.

Nora observó con los ojos abiertos por la expectación los inmensos cristales que estaban clavados en la espalda de él. La mayoría no había llegado a clavarse en su cuerpo por la armadura, pero los dos más grandes habían atravesado su armadura.

-¡Camus! ¡Díos mío, qué diablos...!-exclamó la chica.

-No entiendo... cómo han podido... atravesar la armadura...-logró decir Camus entre jadeos.

-Quítate la armadura, voy a quitártelos.-le dijo con seriedad ella.

El Santo de oro de Acuario iba a replicarle algo, pero al ver el semblante serio de ella decidió hacerle caso. Cerró los ojos, y apenas unos segundos después, su armadura se desprendió de él y se juntó colocándose a un par de metros de ellos.

Inclinándose sobre él, Nora observó con cautela la espalda desnuda del Santo, donde dos cristales de un color negro de aspecto fúnebre sobresalían. La chica frunció el ceño.

-¿Camus?-lo llamó.

-¿Qu... qué?-cada vez le faltaban más fuerzas al Santo.

-Te está absorviendo tu energía. Voy a intentar arrancártelos, pero...

-Pero... ¿qué?

-La herida es demasiado grande...

-Hazlo.-le respondió con rotundencia Camus.

-Podrías desangrarte.-la duda sobre qué hacer asomaba a los ojos verdes de ella.

-Soy un Santo de oro de Atenea, Nora, podré con ello.

La Angel apretó los dientes. Dartsa se la había jugado, y bien. Primero, aquella persona disfrazada de Camus que la había atacado, engañándola, y después, aquello. "No, Dartsa, las vas a pagar todas juntas."pensó. Fijó la vista en el cristal más grande de los dos, estaba clavado en una diagonal hacia la derecha desde la parte superior de la espalda de Camus. El cristal se estaba empezando a teñir de rojo a causa de la sangre. Cogió el cristal con una mano mientras apoyaba la otra en el brazo de él para infundirle apoyo y tiró del cristal. Este le lanzó una descargar que hizo que soltara un alarido y retirara la mano. Se había undido más.

-Es... como las... flecha... que estubo... a punto de... matar... a Saori...-dijo Camus.-Cuanto... más la... intentes arrancar... más... se... clava...

Miró a los ojos a la chica. Esta mantenía la vista clavada en la espalda de él con los ojos entrecerrados, pero al notar que la miraba dirigió sus ojos verdes a los azules de él.

La tristeza, el odio y el cariño se mezclaba en las miradas de ambos. Los tres sentimientos por razones bien distintas entre sí pero identicas entre ambas miradas. Tristeza, por el sufrimiento de él, odio hacia sus enemigas, y cariño por ella, por parte de él, y por él, por parte de ella.

-Va a salir, sí o sí.-dijo secamente ella.

-No... Solo te harás daño... Déjalo...

-Camus, si no te los quitamos te matarán.

-Y si los quitas te mataran a tí.-le replicó el caballero.

Nora cerró los ojos, llenos de lágrimas.

-No, Camus. Me da igual lo que me pase, vas a sobrevivir...

-Nora...-murmuró él.

Pero entonces, una risa esquizofrénica sonó a sus espaldas.

Nora se volteó a mirar a quién se atrevía a reirse de aquello.

Dartsa.

-Aguanta...-le murmuró Nora a Camus.

Entonces, se levantó con firmeza y se giró para quedar frente a frente con la amazona negra.

-Ais... Qué bonito. Lástima que no vaya a sobrevivir, ¿verdad?-dijo con voz tétrica Dartsa.

-Dartsa... Prepárate.-la cortó Nora con voz fúnebre.

Angels. Capítulo 15

Angels.
Capítulo 15.
El pasado de Nora.

El hielo se rompió y Nora se llevó las manos a la cabeza y gritando, cayó de rodillas al suelo.

Estaba bajo el mar, y se veía el casco de un crucero enorme. Nora asomó la cabeza por encima del agua y vio a una niña de cinco años, pelo rojo fuego e increíbles ojazos verdes que jugaba en la cubierta. Corría y reía sin parar. Nora se sorprendió al verse a sí misma de pequeña, pero se dio cuenta de que Dartsa había cambiado un poco el ataque del caballero Fénix para que Nora viera su pasado desde otra perspectiva. La Angel Caída se fijó entonces en que alguien corría detrás de la niña riendo, era un hombre de unos treinta años y sonreía, feliz. No tenía rostro. Una risa cantarina llamó la atención de Nora, una mujer de la edad del hombre de pelo rojo fuego observaba la escena con felicidad, ella tampoco tenía rostro. La Angel Caída vio entonces a una mujer de veinte años, Dartsa, debajo del agua. Formaba extrañas figuras con los brazos y entonces, atacó al fondo del mar. En este se abrió una brecha que formó un terremoto. Y el tsunami provocado por este se comió el barco. La niña de seis años nadó con todas sus fuerzas hacia fuera y consiguió salir del agua, para ver los cadáveres de sus padres flotando más adelante...

Nora chilló de nuevo con todas sus fuerzas. Sentía punzadas increíbles de dolor en el pecho y las lágrimas le habían nublado la vista. La Angel no pudo con aquel dolor psicológico y con otro alarido cayó al suelo.

"Culpa mía, culpa mía, culpa mía..." resonaban las palabras en su mente.

Nora se intentó levantar, diciéndose que era una Angel y que no podía dejarse vencer por un simple ataque modificado de un caballero de bronce, por muy fuerte que fuese. Era una de las humanas más poderosas del planeta, tenía que pelear y vencer.

Pero al levantarse los pocos pedazos de su corazón que quedaban en pie se desmoronaron.

Camus la observaba fríamente, sin la más leve mueca en su rostro.

-Mátala.-le ordenó Dartsa al caballero alejándose para dejarle terreno libre.

Camus asintió con la cabeza.

Y entonces, ejecutó la Aurora execution.

Nora podría haberse apartado y esquivado perfectamente el ataque. Pero no se movió. Y el ataque le alcanzó de pleno. Pelearía contra cualquiera, menos contra él. No le iba a matar, no, aunque podía hacerlo si se empeñaba y daba todo de sí misma, pero no.


En otro lugar...

Camus abrió los ojos. Estaba sentado en el suelo, por lo que se levantó inmediatamente. ¿Qué estaba pasando ahí?

Entonces, oyó aquel alarido desgarrador.

Miró a su alrededor, pero no había nadie a parte de él.

Sin embargo, los oía como si la persona que gritase estubiera a su lado.

"Nora"le dijo una vocecita en su interior.

Él la había visto con Cristian, besándose, como coloquialmente se dice poniéndole los cuernos y sin embargo ella había reaccionado como si realmente no sabiera de que estaba hablándole.

Quizás, solo quizás... Quizás no era ella...

"Da igual, a pesar de si me ha engañado o no la sigo amando y por mucho daño que me haga si esos gritos tan horrorosos son de ella no puedo permitir que siga así la cosa."pensó él.

Corrió todo lo rápido que podía dejándose guiar por su instinto, y cuando llegó, no podía creerse lo que estaba viendo.

Nora yacía en el suelo, inconsciente y pálida, muy pero que muy pálida. Estaba prácticamente congelada.

-¡Nora!-exclamó él corriendo hacia la Angel con el corazón en un puño.

La cogió por los hombros y la sacudió para despertarla, pero entonces, vio a alguien totalmente inesperado. Camus se apartó de Nora y se alejó de ella para poder atacar a su contrincante si fuera necesario sin dañarla.



Nora abrió los ojos, se encontraba tirada en el suelo. Se levantó y vio a su alrededor, todo estaba negro, tan negro que no veía nada. Dio un par de pasos hacia delante, pero no había nada. Se concentró e intentó crear un anillo de fuego a su alrededor para ver. Pero algo muy extraño sucedió, el fuego no apareció. Era como si ya no pudiera controlarlo, como si perdiera el control sobre él. Preocupada, la Angel Caída volvió a concentrarse en crear esta vez una fuerte ola, mas sucedió lo mismo que con el fuego. Nora volvió a probar una y otra vez, intentando crear un terremoto, una montaña, un tornado, una tormenta, etc mas ninguno respondió. Había perdido su poder. La Angel abrió la boca para gritar y llamar a su armadura. Pero ni se acordaba de los movimientos recreando al sol con cientos de trazados rectos ni su voz salió. Asustada, se llevó la mano a la garganta e intentó hablar. Pero no podía hablar, era como si no tuviera cuerdas vocales. Es más, allí donde debían estar notaba un vacío en su lugar. Entonces, escuchó a la voz de Camus llamándola.
-Nora, Nora. Despierta, vamos. Nora, Nora. Por favor, Nora.
Sonaba muy suave, pero ahí estaba.
Y de pronto, una terrible risa resonó y tapó la voz del caballero de oro de Acuario.
Y todo empezó a dar vueltas.

Nora abrió los ojos repentinamente, en cuanto se acordó de dónde estaba, se levantó de un salto, adoptando una posición defensiva. Buscó con la mirada a Dartsa y Camus, y los encontró.

Al recibir el ataque de la Noche Eterna, Shaka había percibido un fuerte cosmos que venía desde su casa, así que se había precipitado a ella para ver quien estaba en su casa. Al llegar vio que en ella sí se veía, algo que era muy extraño. A su enemigo no se le debía de haber escapado ese detalle al atacar, por lo que alguien le estaba esperando.

Su sorpresa fue enorme al ver quien era.

Cristian.

Pero algo había cambiado en él, su cosmos era increíblemente fuerte, y se notaba en su físico.

-Ha llegado tu final, Shaka de Virgo.-le dijo Cristian preparándose para atacar.

Pilló por sorpresa a Shaka, pero el caballero de oro se decidió a pelear cuando vio que lo decía totalmente en serio.

-¡Tiniebla del infierno!-atacó Cristian.

Pero Shaka estaba atento y logró esquivar los golpes que Cristian le lanzaba mientras su ataque lo había vuelto todo oscuro.

-¡¡Tenbu horin!!

El ataque de Shaka acertó en Cristian, pero entonces el caballero de Virgo sintió un fuerte dolor en el estómago y al bajar la mirada, se encontraba conque tenía una daga negra clavada en él. Esta le había logrado atravesar la armadura.

-¿Cómo...?-empezó el caballero de oro, pero no tuvo tiempo de acabar la frase porque Cristian lo había vuelto a atacar.

Esta vez el casco de la armadura de oro de Virgo rodó por el suelo.

Cristian estaba peleando bien, pero atacaba un poco a la desesperada.

Enconces, Shaka lo entendió. Cristian no paraba de atacarle para que él no pudiera responderle con otro ataque, porque un segundo ataque vencería a Cristian.

Sin embargo, Shaka lo dejó pasar y sigió defendiéndose.

-¿Por qué, Cristian?-le preguntó Shaka mientras esquivaba otra daga.

-¿Acaso tengo que tener una razón?-le relicó este volviendo a atacar.

-No quiero matarte, Cristian.

-Pues yo a ti sí.

-¿Por qué? ¿Por Bella?-Shaka creía haber acertado, sin embargo la respuesta lo desconcertó.

-Bueno, podría decirse que sí. De todas maneras se va a negar igual.

Shaka apretó los puños.

-Así que supongo que después la mataré a ella.-acabó Cristian.

Shaka se quedó petrificado por la sorpresa. Pero esta rápidamente dio paso al odio.

Mas este fue un grave fallo que le costó una daga en el brazo izquierdo.

Shaka se la quitó rápidamente.

-No te atrevas a tocarla.-le dijo el santo de oro con ira.

-Tú no puedes impedírmelo.

La ira invadió totalmente al caballero de oro que cerró los ojos con furia.

Aprovechando esto, Cristian le atacó todo lo fuerte que podía.

Mas cuando la daga estaba a un centímetro de atravesar la armadura de Shaka y con ella su corazón, este abrió los ojos. Con una mano agarró la daga y la lanzó lejos, mientras le dio un rodillazo en el estómago a su contrincante, que cayó de rodillas de dolor.

-Tenía pensado perdonarte la vida, Cristian, pero eso ahora nunca pasará.-le dijo Shaka.

En cuanto Cristian consigió levantarse, recibió el Riku dorin ne de Shaka.

El atacado cayó inerte al suelo, pero un susurró sonó en el aire, era una voz femenina pero teñida de maldad.

-Demasiado tarde... Cumplió con su parte... Ahora yo cumpliré la mía...

-¿¡Qué!?-exclamó Shaka mirando a su alrededor. Pero el terrible cosmos se había marchado cuan temprano había llegado.-Bella...-susurró. El caballero sintió un escalofrío.

Entonces, comprendió aquellas palabras.

-Oh, no. ¡No!




Kartsa se paró delante de la base científica y contempló, con ira, como Yunia ya no se encontraba allí. Con un grito de frustración, dio media vuelta y echó a correr. La Angel Torturada nuevamente había logrado lo que quería, ya que, si Yunia no se hubiera alejado del Santuario y de las personas que en él habitaban, Dartsa habría efectuado el plan que tenía planeado. Una muerte lenta y dolorosa para Atenea, Artemisa, y todos los caballeros y demás que a ellas protegían.





Yunia frenó en seco y contempló a su alrededor. Se encontraba en el aeropuerto en el que había dejado su coche. La Angel Torturada se llevó una mano al cuello, estaba tan cansada que parecía que su corazón se quisiera salir de las venas por la fuerza con la que latía. Era la primera vez en su vida en la que estaba echa polvo, nunca jamás había corrido a su velocidad máxima.
La Angel buscó con la mirada a su coche, y lo hayó dónde lo había dejado. Recordó cómo un guardia de seguridad le había hecho saber que no podía dejar el coche aparcado ahí todo el tiempo que ella quisiera, y cómo un fajo de billetes le había echo cambiar de parecer repentinamente.
Sacó las llaves del coche de su bolsillo derecho (lo único que había cogido de la base científica), abrió su Aston Martin, y se subió rápidamente a él.
Una vez dentro del coche, se dio un minuto para descansar, se secó las perladas gotas de sudor de su frente con el reverso de la mano y pisó el acelerador.





Saori miró a su alrededor. Su mirada se posó en Linda, la cual se encontraba a su lado. Cuando fueran atacados con la Noche Eterna, Shion en el último momento había logrado abrir una barrera que protegiera unos treinta metros en redondo a su alrededor. El grupito que había resultado indemne eran el propio Shion, Saori, Linda, Afrodita, Máscara de la Muerte y Shura. A pesar de no haber recibido el ataque, solo veían hasta donde la barrera había llegado, a partir de ese trecho todo estaba negro.

La resistencia del ataque se hizo más floja por lo que todos dedujeron que Dartsa estaba ocupada. Pero... ¿con qué?

O mas bien, ¿con quién?

Angels. Capítulo 14

Angels.
Capítulo 14.
El ataque de la Noche Eterna.

Dos semanas después...

Nora estaba sentada con las piernas flexionadas delante de la estatua de Atenea. La Angel se abrazó las piernas y apoyó la espalda en la estatua, mirando con aspecto crítico el cielo. Por encima de sus cabezas, una fuerte e inquietante tormenta amenazaba con destruir el estado de calma-tensión que había en esos momentos en el Santuario y transformarlo en un caos. La pelirroja cerró los ojos y se concentró en el cielo.

Nora visualizó el estado del cielo en esos momentos con todos y cada uno de sus detalles. Después de tener la imagen muy clara, la fue disipando poco a poco para convertirla en la imagen de la tormenta que debería descargarse sobre ellos y formó una orden clara y directa en su mente: "No". Finalmente visualizó un cielo despejado, con el sol dando fuertemente e iluminando el Santuario. Un cielo perfecto, bonito, caluroso. Un cielo perfecto para descubrir al enemigo en cuanto diera un paso en su dirección.

La joven abrió los ojos y vio que sobre sus cabezas, estaba el último cielo que había visualizado.

Sonrió, pero fue una sonrisa triste y desvaída. Sonrisa de alguien a quien han dañado en lo más hondo, de alguien con el corazón hecho pedazos que solo la misma persona que había exparcido podía volver a juntar. Y esa persona había dejado muy claro que no tenía intención ninguna de juntar los pedazos del corazón de la Angel Caída.

Dos lágrimas rodaron por sus mejillas, y la chica las limpió inmediatamente con el reverso de su mano.

Si perdía la calma, la tormenta se desataría y en el desconcierto que crearía su descarga los enemigos podían atacar y pillarlos con la retaguardia baja.

La chica sacudió la cabeza y su melena roja se agitó y cayó sobre sus hombros, resaltando aún más su bello rostro.

Nora no podía dejarse llevar por sus sentimientos, no podía. Tenía que controlar la situación todo lo posible. Al máximo.

Pero era demasiado difícil.

Un gran lobo marrón-rojizo se acercó a ella y se sentó a su lado.

La Angel lo miró fijamente mientras se metarfoseaba en una joven de veintiocho años, de buen cuerpo, pelo castaño y ojos verdes muy guapa.

-¿Te encuentras bien?-le preguntó Katrina.

Nora abrió la boca para contestar, pero no le salieron las palabras. Respiró hondo y consiguió murmurar algo.

-Sí, es solo que...-murmuró a duras penas.

La tristeza se agolpaba en su interior y le formaba un gran nudo en la garganta que disipaba malamente.

-Tranquila, encontrarás a alguien mejor.-la calmó Kat.

-¿Alguien mejor que un caballero de Atenea de oro? ¿Mejor que al hombre que amo? Lo dudo mucho. Ya fue un puro milagro que se fijara en mí, ¿cómo lo va ha hacer alguien mejor que él?

-Te tienes muy poco valorada, Nora.

-Me doy el valor que merezco.

Un rayo asomó al cielo y Nora se concentró hasta eliminarlo totalmente, a él y a sus congéneres.

De repente, la Angel Caída sintió un poderoso y oscuro cosmos. Se levantó de un salto, conocía aquel cosmos.

Hubo una extraña turbulencia en el aire, y cada vez se sentían más cosmos oscuros cerca.

Katrina se transformó y bajó las escaleras a la carrera, a su vez, Nora saltó y se subió a una de las columnas del Santuario. Desde su puesto miró a su alrededor, a lo lejos divisó unas sombras. Kartsa y Dartsa ya habían llegado.

No hizo falta que avisara, el cosmos de Shion aumentó de golpe y aumentó el poder de la barrera que cubría al Santuario.

La Angel sonrió de forma malévola. "Preparaos, queridas" pensó con maldad.

En ese mismo momento, la tormenta más fuerte jamás vista se precipitó sobre Grecia, sin atravesar la barrera del Santuario.

De un ágil y certero salto, la pelirroja bajó de la columna. Les iba a encantar su regalito de bienvenida.

Las figuras del fondo se pararon de golpe, y para sorpresa de todos, se disiparon poco a poco hasta desaparecer por completo.

Casi todos se relajaron al momento, la Angel lo notó, y corrió hacia la casa de Piscis, donde se estaban reuniendo todos. Shion ya estaba allí.

-No bajes la barrera. Álzala más, todo lo que puedas.-le dijo rápidamente Nora al Patriarca.

-¿Qué?-le preguntó sin comprender este.

-Hazlo, ya.-le respondió ella apresudaramente.

El Patriarca comenzó a hacer lo que le dijera, pero era demasiado tarde. Hubo otra turbulencia muchísimo más fuerte y un gran chasquido indicó que la barrera había caído.

-¿Nora qué está pasando?-le preguntó Linda a la chica muy preocupada.

-Ya están aquí.-le respondió la Angel Caída.

Entonces, sonó un golpe fuertísimo y todo se volvió oscuro.

Nora salió fuera de la casa y vio que el cielo tenía una densa capa de nubes negras.

-¿No estabas provocando una tormenta?-le preguntó Aioria, que estaba a su lado.

-Sí, no entiendo...-le respondió ella, pero entonces se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Caballero y Angel compartieron una mirada.

-Hay que sacarlas de ahí.-dijo Aioria.

La chica asintió con la cabeza.

Ambos entraron a la carrera en la última casa.

-¡Salir de ahí, es una trampa!-exclamó el caballero de Leo.

-¿Qué?-preguntó Saori.

-La técnica psíquica de la Noche Eterna. Está atacando ya, dentro de poco no podremos mirar y estaremos todos separados.-le explicó Nora.

-¡El mismo ataque de cuando...!-empezó Linda.

-De cuando nos atacaron en Rusia.-acabó Nora.

-¿En Rusia?-preguntó Hyoga, sorprendido.

-Antes vivíamos allí, pero cuando nos atacaron destruyeron la mansión y nos mudamos para aquí, el mismo día en que nos conocimos.-dijo Nora.-Pero no hay tiempo para explicaciones, ¡venga!

Todos salieron a las prisas de la casa de Piscis, justo antes de que esta se derrumbara.

-¡Ah, mi casa!-exclamó el pobre Afrodita.

Entonces, todo su volvió oscuro...



Yunia cerró el libro en el que estaba investigando sobre la segunda parte de la Joya del Apocalispis, o la complementaria de la Joya del Alma. Tenía un extraño presentimiento.

Sentía que los que eran importantes para ella estaban en peligro.

Durante las dos semanas que llevaba en la abandonada base científica que había pertenecido a sus padres la chica se sentía tremendamente sola, y muchas noches se sorprendía a sí misma llorando por... Por Milo.

Una imagen golpeó fuertemente su mente, era ella, peleando contra Kartsa y a la vez protegiendo a Milo, que yacía prácticamente muerto en el suelo.

La última Higurashi olvidó al libro, a sus cosas, ... No cogió nada. Y cuando se quiso dar cuenta, ya estaba corriendo todo lo rápido que podía hacia Grecia.



Nora miró a su alrededor.

-¿Ártemis? ¿Atenea?-las llamó.

Pero nadie le respondió.

Entonces, vio que alguien se acercaba a ella.

Era una mujer de treinta y cuatro años, pelo verde brillante y ojos negros, sonreía malvadamente.

-Cuanto tiempo sin vernos... Déjame adivinar... Un par de meses como mucho sin empezamos a contar desde nuestro último encuentro. Y desde el primero... ¿Catorce años? Sí, catorce años.-dijo.

-Dartsa...-murmuró la Angel Caída.- ¿Catorce años?-preguntó Nora, frunciendo el ceño y adoptando una posición de ataque.

-Oh, venga ya. No creerías que la muerte de tus papás fue por una ola gigante normal y corriente, ¿verdad?

-¿¡Qué!?-Nora estaba estupefacta, ¿Dartsa había provocado la ola que matara a sus padres?

-Deja que te lo enseñe. El caballero Fénix está atacando en estos momentos a uno de mis caballeros con su Ho ogenma ken. ¿Qué te parece si hago que te dea a ti para que veas lo que pasó en realidad?

-¡Nunca, bruja!-exclamó Nora.

-Bueno...-dijo Dartsa sin perder su maquiavélica sonrisa, chasqueó los dedos y otra figura apareció como por arte de magia a su lado.

Era una figura baja, pero fue creciendo poco a poco hasta que se formó por completo.

Era un hombre con una armadura dorada, de cabellera azul verdosa y ojos como el hielo.

Camus.

Aquello pilló por sorpresa a la Angel, lo cual fue un error porque esta acabó con las piernas congeladas.

Antes de que pudiera deshacer el hielo con su poder, Nora recibió el desviado ataque de Ikki.

Angels. Capítulo 13

Angels.
Capítulo 13.
Morriña.

Una de las figuras le correspondió a la sonrisa burlona.

-Ayúdanos.-le dijo la figura.

Cristian no sabía muy bien que hacer. Pero había algo que tenía bien claro, quería matar a Shaka de Virgo.

-¿No querías deshacerte del caballero de oro de Virgo?-le preguntó la otra figura.

-Sí.-le respondió casi automáticamente él.

-Muy bien. Pues ayúdanos. Solo tienes que hacer alog muy sencillo. Y luego podrás venir si quieres con nosotras y te concederemos el poder para matar a ese caballero.

Cristian dudó, pero al final aceptó la tentadora oferta.

-¿Qué es lo que tengo que hacer?-les preguntó a las dos figuras que por sus voces había deducido que eran mujeres, y que una era joven y otra adulta.

-Cuando llegue el momento te avisaremos. No te preocupes. Solo tienes que besarme cuando yo te lo diga.

Dicho esto, ambas figuras empezaron a perder nitidez, hasta que desaparecieron por completo. Cristian se quedó absorto. ¿Qué había sido eso? No lo sabía, pero tampoco le importaba demasiado. Solo sabía lo que quería saber, que dentro de poco podría matar a Shaka y quedarse para él solito a Bella...



Livia resolpló con furia bajo su forma lupina. No se podía creer lo que sus camaradas le estaban diciendo. Un gran, pero más pequeño que ella, lobo gris-plata se acercó a ella y le golpeó el flanco con el hocico para decirle que se relajara. Livia se sacó a su hermana de encima con un empujón y miró fijamente al emisario del clan del sur.

-Te la estás jugando.-le dijo la Princesa de los Lobos en idioma lobuna, es decir ladridos, gruñidos y aullidos.

-¿Vas a negarte?-le replicó el emisario con voz repelente.

Un lobo grande y adulto de color marrón-cobrizo le lanzó un gruñido. Esa era Kat.

-Dile a tu clan que se relaje.-le espetó el emisario. Este era un lobo enorme, mucho más grande que Kat y eso que ella es mucho mayor que él en edad, de color castaño y ojos negros.

-No tengo por qué. Además están en su pleno derecho de mostrar su opinión. Y además, ¿se puede saber quién diablos te crees tú para darme órdenes a mí?-le replicó Livia.

La Princesa de los Lobos prontó deseó haber cerrado la boca. El mensaje de la Princesa de los Lobos del clan del sur la había puesto de los nervios.

Pero el emisario no le replicó, esperaba una respuesta.

-Acepto. Pero el desafío no se hará hasta dentro de un tiempo. Cuando quiera que se celebré os avisaré.-dijo Livia.

-¿Cómo se yo que no tienes miedo de batirte contra mi señora?-le preguntó el emisario en un tono de voz irónico.

Livia le lanzó tal gruñido que lo hizo caer sobre sus cuartos traseros.

El emisario no dijo nada, miró fijamente a Livia unos segundos y luego, de forma cuidadosa, se levantó y se fue.

-Con todo lo que está sucediendo y esa estúpida te reta...-murmuró Will.

-¡William! Modera ese vocabulario.-le reprendió su hermana.

-Está bien, Kat. Pero tengo razón, y lo sabes.-le replicó el chico.

Livia se sentó mientras, su cabeza lobuna se ladeaba en signo de que se encontraba profundamente sumida en sus asuntos.

-Entonces, Princesa. ¿Hacemos así?-le preguntó un hombre del clan a la chica.

-Sí. Voi a avisar al caballero de Aries de que venga a buscarnos.-le respondió ella levantándose y caminando lentamente hacia la casa de Kat y Will.

Parecía triste. No, directamente estaba triste. Y solo los adultos del clan lo sabían.
Livia había aceptado el reto de la Princesa de los Lobos del sur, de Elsa. La poderosa Elsa, quizá el poder psíquico y espiritual de esta fuera bastante menor al de Livia, pero la fuerza física de Elsa era mundialmente conocida entre todos los clanes de licántropos del planeta.
Livia era hábil y rápida, pero no demasiado fuerte. Además su altura no contribuía a aumentar ese factor, la fuerza física. Sus posibilidades eran mínimas, por no decir imposibles. Lo más probable era que no pasara ese reto. Pero, ¿acaso tenía otra opción? Negar un reto suponía el destierro... Y el destierro significaba la muerte a manos de Elsa para Livia.

Tenía que ganar ese reto.

Porque si no lo ganaba, Elsa mandaría en su clan. Y lo primero que haría sería mandar matar a Aurora, Will y Kat.

Livia se juró a sí misma que ganaría el reto o moriría en él, pero que no se daría por derrotada, nunca.

La chica se transformó de nuevo en humana y entró en la mansión. Fue a su habitación y cogió su móvil y llamó a Mu.

-¿Ya está hecho el grupo que quiere venir?-le preguntó directamente el caballero nada más contestar.

Livia sonrió para sus adentros, en otra ocasión su charla con Mu sería mucho más larga y entretenida, pero por la voz del Santo la chica dedujo que no estaba solo.

-Sí.-le respondió la chica. Livia pegó un silencioso respingo. Su voz había sonado triste.

-Vale, voy para allá.-dijo él y después, colgó.

Livia guardó el móvil en su bolsillo y fue para el salón de la casa, donde sabía que Mu iba a hacer su aparición.

Cuando el Santo se teletransportó, se encontró que Livia lo esperaba de pié apoyada en el marco de la puerta del salón. La expresión de ella era triste, a pesar de todos los esfuerzos por parte de la chica por intentar que no se notara.

Mu se acercó rápidamente a ella y le cogió las manos.

-¿Estás bien?-le preguntó él.

Livia apartó la cara. No le gustaba mentir, y mucho menos mentirle a él. Pero aún así no estaba segura de querer que él lo supiera.

-Emmm... Bueno...-empezó Livia. No estaba segura de decírselo. De repente, se le ocurrió algo para decirle que además no le haría sentirse tan mal porque no era del todo mentira.-No me saludas ni nada...

-Oh, perdona. Hola.-le dijo él sonriente. Pero la expresión de ella no cambió.-Lo siento, es que Shura estaba cerca y podía oír algo.

Livia esbozó una sonrisa triste y volvió a apartar la cara, intentando que su tristeza no se notara. Pero no era capaz.

Él le soltó las manos y la miró fijamente.

-Ahora podemos considararnos una pareja, ¿no?-le preguntó el caballero.

Livia lo miró fijamente y abrió los ojos como platos. La había pillado totalmente.

-No sé. No creo que hayamos llegado aún a ese punto.-le replicó ella, pícara.

Mu la cogió por la cara y la atrajo hacia sí, alejándola de la puerta. Y entonces, la besó apasionadamente.

Livia se quedó aún más pillada, pero lo siguió.

El caballero se separó entonces de ella y la miró fijamente, esperando una respuesta.

-Supongo que sí.-le dijo la chica.

-Lo suponía.-dijo él.

Livia se separó de él y empezó a caminar hacia fuera, le cogió de la mano y tiró de él.

-Vamos.-le dijo ella.



Camus se encontraba caminando por uno los pasillos cuando vio más adelante a dos personas. Se apoyó contra la pared y permaneció en silencio. Prontó oyó hablar a las dos personas.

-Pero, guapa. ¿Tú no estabas con esto... Camus?-oyó preguntar a un hombre. Era Cristian.

-Bah... Camus. ¿Qué importa él? Ahora estamos tú y yo.-oyó decir a una voz femenina.

Una voz femenina que conocía muy bien.

"No, no puede ser ella, no, ella no." pensó Camus.

Pero al asomarse, vio claramente que era Nora.

Y se estaba besando con Cristian.

El Santo de oro de Acuario cerró con fuerza los ojos y los puños. Sintiendo que su corazón se rompía en pedazos.

Nora era a la única chica a la que había amado, y ahora...

Le había puesto los cuernos, y con el Cristian además.

Camus no se lo podía creer.

Concentró todos sus sentidos en Nora, y descubrió que realmente era ella.

Sigilosamente se fue de allí sin que los otros dos lo vieran.



Cristian se apartó de ella y sonrió.

-¿Ves cómo no era tan difícil?-le preguntó la chica.

-No, ha sido muy fácil, aunque Camus me da un poco de pena.

La chica le dio un bofetón.

Dolorido, Cristian se llevó la mano a la mejilla.

-Si quieres matar a Shaka, nunca más dirás cosas como esa. ¿Me he explicado con claridad?-le dijo ella con voz dura.

-Sí, mi señora Dartsa.

-Está bien.-dijo ella.-Runa, vuelve a darme mi apariencia real.

Entonces, al lado de la chica con la apariencia de Nora, se materializó Runa, envuelta en una capa.

-Sí, mi señora.-dijo la bruja.

Dicho esto, murmuró unas extrañas palabras y la chica adoptó su verdadera forma, que no era para nada la de Nora.

-Vámonos.-dijo la chica. Acto seguido, Runa musitó otra vez unas extrañas palabras y los tres desaparecieron.



Camus vio que Nora salía de la habitación en la que Bella y ella estaban hablando. Fuera solo estaba él. La chica lo sintió rápidamente y sonriente se acerco a él.

-Hola.-le dijo ella, con una sonrisa en los labios.

-Nora, tenemos que hablar.-le respondió Camus secamente. La sonrisa de Nora se congeló al instante.

-¿Qué pasa?-le preguntó Nora, preocupada.

-Se acabó.

-¿Qué?-le preguntó Nora abriendo los ojos y retrocediendo un paso.

-Lo nuestro se acabó, Nora. Me he equivocado contigo.-le respondió Camus. Nora lo miró fijamente, sin saber que decir. Pero Camus parecía de hielo.

-Pero... ¿Por qué dices eso?-le preguntó Nora.

La chica contuvo las lágrimas.

-Eso tú ya deberías saberlo, tú y Cristian. ¿No?-le respondió él con frialdad.

Camus se dio la vuelta y se adentró por los pasillos.

Nora se quedó inmóvil. Las lágrimas comenzaron a fluir en sus preciosos ojos verdes como esmeraldas.

La pelirroja cerró con fuerza los ojos para frenar las lágrimas, se dio media vuelta y se fue a coger su coche para ir al Santuario. Pero no podía engañarse a si misma, tenía el corazón echo añicos totalmente.



Mientras, en otro lugar...

Yunia se frenó su carrera. Un gran sentimiento de morriña la invadió.

La vieja estación científica seguía estando igual que cuando la chica había huído de ella, segundos después de la muerte de sus padres.

El frío viento de la Antártida golpeó a Yunia.

La chica se abrazó a si misma para entrar en calos.

Antes de instalarse en la casa, la Angel Torturada decidió dar una vuelta por los alrededores de la casa.

Después del largo paseo, la chica abrió la puerta de la casa y entró en ella, teniendo cuidado de esquivar el helado charco de delante de la puerta. Yunia cerró la puerta con llave tras de sí y dejó al lado de la puerta la mochila.

Tras un velo de lágrimas, la chica se deslizó y quedó de rodillas apoyada contra la puerta.

Estaba de nuevo en la base científica, en su casa...

Angels. Capítulo 12

Angels.
Capítulo 12.
Razón de existir.

En casa de las Angels...

El grupito de caballeros de oro que se hospedaban en casa de las Angels esperaban junto con Nora en el salón de la mansión la llegada de Mu.

Los caballeros tenían sus maletas a sus pies.

Nora tenía cara de preocupación y concentración.

Milo por su parte parecía... ¿Qué parecía? ¿Un zombie? ¿Una escultura de mármol? ¿Un caballero de piedra? Pareciera lo que pareciera era como si le hubieran quitado su razón de existir. Nadie, nunca, sería capaz de hacerle olvidar al caballero de oro de Escorpio el momento en que Nora les había dicho lo que pasaba...

Flash Back

El grupo de caballeros estaba sentado en los sofás del salón de la mansión de las Angels. Nora estaba apoyada contra una pared, en frente de ellos, y jugeteaba sus dedos buscando la forma correcta de decírselo.

-Bueno chicos...-empezó Nora mirándolos.- Vosotros sabeis que la Angel Torturada tiene visiones del futuro.-los caballeros asintieron con la cabeza - Bien. El futuro siempre puede cambiar, hasta cierto momento.

-¿Qué quieres decir?-le preguntó Máscara Mortal.

-Una vez que la Angel Torturada tiene una visión, nada puede impedir que se cumpla. Exceptuando que Zeus quiera cambiarlo, claro está. Pues bien, para evitar las visiones de muertes, catástrofes y etc. la primera Angel Torturada le rogó a Zeus que le diera una forma de saber con antelación que iba a tener la visión para así hacer algo y evitarla. Zeus se lo concedió. Le otorgó a la Angel Torturada el poder de la premonición.

-¿Pero visión y premonición no vendrían siendo lo mismo?-le preguntó Aioros.

-En algunos casos sí, en otros no.-volvió a responder Nora.-Buen pues a lo que iba... Yunia lleva teniendo premoniciones desde que nos conocimos en el Santuario.

-¿Qué...-empezó Milo sin comprender, pero enseguida lo entendió.-Oh... No, no, no.¡No! ¡Como diablos le...-dijo el Santo de Escorpio a voz en grito. Nora le miró con comprensión y luego miró a los otros caballeos.

-Premoniciones de una visión en la que todos morimos.-le confirmó la Angel Caída a Milo.

Aioros, Aioria, Aldebarán y Máscara de la Muerte seguían sin entenderlo.

-La premonición que tubo Yunia en sueños ayer por la noche fue la culminante. Y la única forma que tenía de evitar la visión era...-Nora respiró hondo antes de decirlo.-Marchándose.

-¿¡Qué!?-exclamaron Aioria, Aioros, MM y Aldebarán. Milo estaba pálido y tenía la vista perdida.

Fin del Flash Back

Fuera de la mansión se oyó un trueno. Nora se mordió el labio inferior y cerró con fuerza los ojos. La tormenta se calmó al instante y dejó lugar a un cielo despejado y soleado.

Mu apareció diez minutos más tarde en el salón de la mansión. El caballero de Aries se iba a teletransportar cuando le preguntó a Nora:

-¿Quieres que te teletranporte?-le preguntó Mu.

-No, ya voy yo en coche a junto Bella. Pero gracias de todas maneras.-le respondió ella.

Mu asintió con la cabeza y el y los demás caballeros de oro desaparecieron.

Nora se pasó una mano por el pelo y con paso lento y triste se dirigió a coger su coche.

Mientras,en casa de Kat y Will...

Todo el grupito estaba en la cocina, ya habían desayunado y todos contemplaban la conversación entre Livia y Katrina mientras esperaban el regreso de Mu.

Livia estaba sentada, jugando nerviosamente con sus dedo, Kat la miraba de forma preocupada.

-Podrías quedarte tu aquí...-comentó Kat.

-Ni hablar.-replicó secamente Livia.

-La regla 31 no pone que tengas que ir precisamente tú. Aunque claro... ¿Quién mejor que la Princesa de los Lobos para ir en este caso?

-Por eso mismo. Pero a la vez...

-Aurora.-adivinó Kat.-Claro... Yo tendría la misma duda si fuera Will.

-Pero esto es incumplir la norma 14.

-No te vamos a juzgar.

Livia clavó la mirada en Katrina. Al principio la observó con incredulidad pero luego la Princesa esbozó una sonrisa.

-Si se queda... Podrían...-masculló Livia.

-Will se queda.-dijo Kat.

-Eso cambia las cosas.-dijo Livia.

-¿¡Qué!? ¿¡Cómo que me quedo!?-exclamó el chico, que estaba en la otra punta de la habitación.

Katrina fulminó con la mirada a su hermano para acabar el gesto enarcando las cejas.

-¿Seguro que no quieres quedarte?-le preguntó la pelimarrón a su hermano.

William entendió a donde quería parar su hermana. Si se quedaba protegería a Aurora, y además estarían a solas...

-Creo que aquí estaré de maravilla.-respondió el chico mientras asentía con la cabeza para darle más credibilidad a sus palabras.

Kat y Livia retomaron su conversación.

-Entonces... Yo voy, ¿tú?-dijo Livia.

-Claro.-respondió Kat.

-Bien entonces...-comenzó la Princesa. Pero Livia cayó al ver a Mu, que se acababa de teletransportar en medio de la cocina. La chica le brindó una ancha sonrisa.

-Ya están los demás en el santuario, princesa Atenea. -dijo el Caballero de la primera casa.

-Bien vamos entonces.-dijo Saori.

-¿Y vosotros?-le preguntó Linda a Livia mientras el grupito que se hospedaba en casa de Will y Kat se iba hacercando a Mu para que este los teletransportara.

-Id vosotros, luego ya nos vendreis a buscar a nosotros.-le respondió Livia.

-Vale-respondió la reencarnación de Ártemis para luego desaparecer.

Livia dejó escapar un suspiro. Kat y Will la miraron con un gesto de interrogación en el rostro.

-Va siendo hora de hablar con el clan.-comentó la Princesa de los Lobos.

Los tres licántropos salieron de la cocina y fueron al jardín. Allí, los tres se transformaron y corrieron hacia el corazón del bosque, donde el resto del clan estaba reunido esperándolos.

Mientras, en el santuario de Ártemis...

Bella estaba sentada en un banco del claustro, tenía la vista perdida ya que estaba sumergida en sus propios pensamientos. Pero alguien la sacó de su trance.

-¿Bella? ¿Puedo hablar contigo?-preguntó Shaka sentándose a su lado.

-Sí, claro.-le respondió ella.

-¿Qué vas a hacer?-le preguntó el Santo de oro de Virgo.

-¿Cómo qué qué voy a hacer?-le preguntó la sacerdotisa sin comprender.

-¿Qué vas a hacer tú ahora? ¿Te quedarás aquí o vendrás al santuario?

La chica suspiró.

-Me quedó, Shaka. No puedo dejar el santuario sin nadie que lo... controle podría decirse.

-Oh, vaya.-musitó el caballero. Al principio le molestó que Isabella se quedara, pero después de pensarselo mejor, él llegó a la conclusión de que era mejor así, si se quedaba la chica no correría peligro.

-¿Por qué lo preguntabas?

-Por... Por nada. Déjalo.-Shaka se levantó y se salió del claustro ante la procupada mirada de Bella.

El caballero de Virgo se dio la vuelta para mirarla antes de marcharse de vuelta a junto Linda. Se sorprendió mucho al ver que la mirada de la sacerdotisa era triste. Eso le conmovió profundamente. El joven sacudió la cabeza y salió definitivamente del claustro. Pero eso, no le impedió oir lo que Isabella le dijo.

-Shaka... ¿Por qué es tan difícil?-murmuro la chica.

La joven miró hacia el suelo conteniendo las lágrimas. Le quería, le amaba, pero... "Sus sentimientos son muy distintos a los mios" pensó Bella.

El caballero pareció adivinar sus pensamientos, porque rápidamente volvió a junto la chica y se acuclilló en frente de ella.

Ella levantó ligeramente la vista para ver a los ojos al caballero, que estaban bien abiertos.

Shaka la cogió por la barbilla y le hizo alzar la cabez, entonces, la besó. Un beso suave y dulce, pero lleno de sentimientos.

Ambos sintieron que se derretían...

Pero alguien los espiaba, desde bastante lejos para que el caballero de oro de Virgo no lo sintiera, Cristian temblaba de rabia al ver a la chica a la que quería... Bueno, más bien a la chica con la que quería mantener relaciones sexuales con aquel estúpido Shaka. Ya que el caballero de oro de Virgo siempre le había caído como una patada en los riñones a Cristian. Cristian empezó a temblar de ira, un gran error por su parte, ya que en ese momento Shaka lo sintió.

El caballero se separó rápidamente de Bella y se giró mirando en círculo a su alrededor.

Pero Cristian ya se había marchado corriendo de allí.

Shaka iba a marcharse tras él, pero Bella lo cogió del brazo.

-Por favor... Quédate conmigo...-murmuró la chica.

El caballero la abrazó y la volvió a besar.

-Mientras tú sientas algo por mí, yo permaneceré a tu lado.-le susurró él al oído.

-Y, sin embargo, esta noche os marchais...-dijo la chica finalizando el beso y abrazándolo mientras apoyaba la cabeza en el hombro de él. Lágrimas de dolor corrieron por el rostro de la sacerdotisa.

-Tengo que proteger el Santuario y a mi Diosa... Y tú te tienes que quedar aquí, a salvo.

-Pero...

-Si algo te pasara jamás me lo perdonaría, Bella.-le cortó él.

Mientras, no muy lejos de allí...

Cristian corría por uno de los pasillos del templo. Su cuerpo no paraba de sentir convulsiones de ira. Bella, su deseada Isabella, estaba con aquel caballero de Atenea.

El chico le dio un puñetazo a la pared.

-Te mataré, Shaka de Virgo, lo juro...

De repente, Cristian sintió una presencia detrás suya. Se sorprendió mucho, pero al mirar quienes eran esbozó una sonrisa burlona.

Angels. Capítulo 11

Angels.
Capítulo 11.
La última premonición. Parte 2.

-¿Kat? ¿Puedo pasar? Me gustaría hablar contigo.-dijo al otro lado de la puerta Saga.
Katrina contempló su aspecto antes de contestarle. Su ropa estaba bien, una camiseta de manga corta añil y unos pantalones cortos de deporte, por suerte ni su ropa ni ella tenían síntomas de haber corrido por el bosque. La chica se quitó la única prueba de su escapada de la casa, una hoja enganchada en su pelo, se adecentó un poco y le respondió a Saga.
-Sí, claro. Pasa.
Saga abrió la puerta, entró y la cerró cuidadosamente tras de sí sin hacer ruido.
-¿Qué es lo que pasa, Kat?-le preguntó él viéndola con preocuación a los ojos.
-Nada, nada.-dijo ella. Katrina se apartó del alfeizar de la ventana y se sentó en la cama indicándole con un movimiento de cabeza a Saga que podía hacer lo mismo si quería.
En ese momento Kat se alegró de haber sido siempre una persona ordenada, ya que su habitación estba impoluta y no quería que SU Saga la viera de otra forma. Saga se sentó a su lado y le cogió el rostro entre sus manos, examinándoselo cuidadosamente.
-¿Seguro que estás bien?-volvió a preguntar él, estaba muy preocupado por el aspecto que tenía Kat.-¿Has estado llorando?
Katrina clavó la mirada en sus pies, concentrándose en que su rostro no delatara la tristeza que tenía en esos momentos por haber visto aquellas imágenes que traía consigo el que todas las personas que poseían la cualidad de transformarse en lobos (como el clan entero de Livia, por ejemplo) presentieran la muerte.
Saga inclinó la cabeza hacia un lado para ver a la chica a los ojos.
A ella aquel gesto le pareció muy tierno. Y le encantaba que los hombre de vez en cuando hicieran algún gesto tierno como aquel.
-La verdad, es que yo...-musitó Kat. El labio inferior le tembló, y las lágrimas surgieron de sus ojos verdes. Inundando su rostro. La chica gimió de tristeza y se abrazó a él, apoyando la cabeza en el pecho de él y llorando.
Saga la abrazó con su brazo izquierdo mientras le acariciaba el pelo con su mano derecha.
-Kat, ¿qué te pasó? ¿Estás bien?
La chica se logró controlar y frenó su llanto. Levantando la cabeza, le miró a los ojos.
-Estoy bien, Saga. El caso es si tú lo estás. Tú, Will, mis amigas...
-¿Qué? claro que estoy bien, al igual que los demás. Kat, ¿qué ocurre?
-Ojalá pudiera contartelo, pero antes de eso tengo que pedirle permiso a Livia. Secretos de lobos.
-Kat... No voy a permitir que ningún secreto de lobo te haga estar así. Cuéntamelo, por favor. No me gusta nada verte así, es más, me horroriza.
-Te juro que te lo contaré si es eso lo que quieres, pero necesito permiso la de Princesa de los Lobos para poder decírtelo.-le replicó Kat aún con lágrimas en los ojos.
-¿Y mi sello?
-¿Sello?
-El sello del juramento.-se aclaró él limpiándole a Katrina sus últimas lágrimas.
-Mmm... Un sello para el juramento dices...-dijo Kat finjiéndo que no sabía a donde quería llegar a parar Saga, aunque lo sabía perfectamente.
Kat se liberó del abrazo de Saga y le emujó con una mano para que se tumbara en la cama. Se puso encima de él y le besó todo lo apasionadamente que podía. Luego se apartó y se quedó mirándole a los ojos muy fijamente.
-¿Ese te vale?-le preguntó ella con picardía.
-Supongo que tendré que darlo por válido.-le repuso él sonriendo pícaramente.
Kat se levantó de encima de él y se sentó a su lado. Saga también se sentó.
-¿De qué querías hablar conmigo?-le preguntó Katrina. La tristeza parecía haberse esfumado de la chica que en esos momentos sonreía abiertamente.
-Oh, es cierto. ¿Por qué me escogiste a mí?-dijo Saga.
-¿Qué por qué eres tú y no otro?-preguntó Kat abriendo los ojos en un gesto de "¡¿no lo sabes?!".
-Sí, eso mismo. Si algo te sobra serán pretendientes mejores que yo.
Kat hizo un gesto con la mano de "quita, quita" y le replicó.
-No hay nadie mejor que tú. Además, todos se fijan principalmente en mí por dinero. Y si no es ese el caso es solo por...-Katrina bajó la cabeza sonrojada. La chica le miró para ver si sabía de lo que le hablaba. pero Saga tenía una expresión de desconcierto. Realmente no sabía a donde quería ir a parar Kat.
-... Por... Bueno, por tener sexo.-dijo Kat con la cabeza gacha por la verguenza.
Saga abrió sus ojos desmesuradamente.
-¿¡Qué!?-exclamó a voz en grito.
-Shhhh... Aún se van a enterar de que estás aquí.
-Perdón... Pero, es que no puedo imaginarme que... Bueno...-dijo Saga con la cabeza gacha el también, pero entonces miró fijamente a Kat y le sonrió de forma totalmente pícara. Tenía una idea.
Él la empujó suavemente para que se tumbara en la cama y se puso encima de ella, tal como Kat había hecho antes con él solo que ahora al revés. Entonces él le susurró de forma sexy a ella:
-Mmm... Pero a mí no me gustas por ninguna de esas dos razones, me gustas por ser como eres... ¿En mi caso te molestaría que quisiera acostarme contigo?
-Por supuesto que no.-le respondió ella recorriendo con sus dedos el torso de él.
-Bien.-dijo Saga acariciando el costado izquierdo de Kat con la mano, llendo de sus caderas hasta el pecho, de su pecho a sus caderas y así sucesivamente.
Kat cerró los ojos y disfrutó de la sensación.
Entonces Saga la besó con suavidad en los labios y luego por todo el cuello de la chica. Conforme iban bajando sus besos por el cuello de ella esta cada vez respiraba más entracortadamente, cerca del jadeo.
Pero entonces, sonó el teléfono de Katrina.
Él hizo una mueca de desagrado y se sacó de encima de ella tumbándose a su lado.
Kat suspiró y respiró hondo para relajar su agitada respiración. Estiró el brazo derecho y cogió su móvil sin levántarse ni sentarse, de la mesilla de noche, que sonaba sin parar con la música de "It's my life" de Bon Jovi. La chica abrió el móvil, que era de tapa deslizante de color negro y marca Samsung muy moderno, y contestó a la llamada.
Saga mientras le acariciaba el pelo a Kat.
-¿Sí?-dijo Katrina.
La voz que sonaba al otro lado hablaba muy bajo pero Saga lo oía perfectamente.
-Hola Kat.
-Hola Nora.
-Yunia se ha ido...-susurró Nora al otro lado del teléfono, parecía triste, y no era para menos, su mejor amiga se había marchado y era probable que no la volvieran a ver.
-¿¡Qué!?-exclamó Kat abriendo los ojos y sentándose.-Explicame eso.
Saga se incorporó y apoyó la cabeza en el hombro de Kat, para escuchar mejor y para estar más cerca de ella con un gesto cariñoso.
-Sí, verás...-dijo la voz de Nora al otro lado.
Nora se lo explicó todo a Kat y para la modelo y Saga fue como un auténtico Flash Back.
Flash Back.
Nora andaba por el pasillo de la mansión con aires de preocupación. Tenía una extraña sensación. Los caballeros acababan de levantarse y observaban con curiosidad a la Angel Caída que andaba de un lado para otro sin parar, con la cabeza gacha y actitud pensativa. La chica miró duvidativa durante un segundo a la puerta de la habitación de Yunia. Luego observó su relog.
-Bueno... Supongo que algún día se tenía que quedar dormida...-dijo Nora encogiéndose de hombros.
La chica se dio la vuelta y se quedó mirnado al grupo de caballeros de oro que se hospedaba en su mansión.
-¿Vamos a desayunar?-preguntó la chica.
Luego todo se volvió borroso y entonces se vieron a Nora, Milo, Aldebarán, Aioria, Aioros y Máscara Mortal en la bilioteca de la mansión. Nora estaba leyendo un libro antigüo cuando lo cerró de golpe y dijo:

-Bueno, ya vale.-la pelirroja se levantó y se encaminó a salir de la habitación.

Los caballeros la miraron extrañados pero pronto se dieron cuenta de lo sucedido.

La noche anterior un numeroso grupo de caballeros negros había atacado la mansión. Aunque habían acabado rápido con ellos, Yunia se encerró en su habitación depués de la batalla y aún no había salido.

Nora salió al pasillo y cerró la puerta detrás de si y hechó a correr. Tenía una mala sensación, una muy mala sensación. Llegó a la habitación de Yunia y abrió la puerta de golpe. Con las prisas y los nervios le dió con demasiada fuerza a la puerta (aunque había sido poquísima), las bisagras de esta chirriaron como protestando y la puerta se astilló donde las bisagras estaban sujetas a la puerta con tornillos. La Angel Caída entró con rapidez en la habitación.

La encontró vacía. Estaba perfectamente ordenada, pero la Angel Torturada no estaba en ella.

Desolada, Nora reparó en que había cosas que ya no estaban en la habitación de la Angel Torturada. Las cosas que Yunia se llevaría si se marchara sin saber cuanto tiempo iba a tardar en volver. Nora reparó entonces en que en el alfeizar de la ventana había un trozo de papel. Nora cruzó la habitación y lo cogió. "Las premoniciones han llegado ha su punto culminante. La que he tenido esta noche has sido la última antes de la catastrófica visión. Parece que estas palabras no tienen sentido, pero lo tienen. Y demasiado. Llevo teniendo premoniciones de una visión en la que vosotros moríis desde que conocimos a Atenea y sus caballeros. Nora, te agradecería que les explicaras lo de las premoniciones. Por esos hechos he decidido irme. No me intenteis buscar, porque no me encontraríais. Entendezlo, por favor. Esto no es fácil, pero es lo mejor. Solo os pido que lo entendais, odiazme por esto si quereis, pero intentar entenderlo. Tengo que hacer algo para cambiar el Destino antes de que tenga la visión, porque en ese momento ya no habrá vuelta atrás y todos morireis, incluidas vosotras, Atenea y Ártemis. No puedo deciros si volveré o no, porque, sinceramente, no lo sé. Al irme estoy cambiando el Destino y evitando vuestra muerte, así que os agradecería que lo comprendierais. Por favor, es lo único que os pido. Entendezlo. Un aviso, Kartsa y Dartsa atacaran al Santuario en una semana. Adiós, firmado: Yunia." leyó Nora.
Fin del Flash Back.
Kat y Saga se quedaron sin habla.
-Oh, vaya... Ahora lo comprendo... Pobre Yunia...-le musitó Kat al teléfono.
-Voy a ir al templo de Bella para decírselo. Hay que deshacer los grupos. No sirven de nada. Tenemos que ir al Santuario y organizarnos. Ya avisé a Livia de lo sucedido sineto haber molestado...
-No tranquila... Gracias por avisarme antes de que me enterara por Livia...
-Bueno... Avisame de la decisión de Livia, ¿vale?
-Vale.
-Chao.
-Chao.-dijo Kat, Nora colgó y la modelo cerró su teléfono.
Saga abrazó a Kat. Ella se dejó caer y apoyó la cabeza en el hombro de él.
-Oh, Zeus. Pobre Yunia. ¿Qué más le tenía que pasar? ¿Se puede saber que ha hecho mal ella para que le pase todo esto? ¿No le llegaba a esas imbéciles de Kartsa y Dartsa con lo que le hizo Dartsa a sus padres que ahora le hacen esto?
-Kat... Tranquila.-le dijo Saga intentando calmar a la chica, que temblaba de ira y rabia.
-No, tranquila no. No me puedes pedir que estea tranquila. Yunia es mi amiga y odio que tenga que pasarle esto.
-Kat no te entiendo...-musitó Saga. La chica se relajó y le miró a los ojos.
-Kartsa y Dartsa son dos hermanas malignas que quieren governar el mundo. Y Yunia y Nora son sus objetivos número uno porque son las que tiene más posibilidades de matarlas. Además, Yunia y Kartsa tienen una cuenta pendiente que zanjar.
-¿Una cuenta pendiente?
-No debería decirte esto... Kartsa asesinó a los padres de Yunia delante de ella cuando Yunia tenía solo seis años.
-Que horror...-musitó Saga, realmente aquello era terrible.
-Lo sé... Por lo visto Kartsa y Dartsa han decidido actuar.
-Bueno, yo vuelvo a mi habitación para disimular. Kat... ¿Estarás bien?-le preguntó Saga separándose de ella y levántandose.
-Sí. Vete, no vayan a sacar conclusiones precipitadas.
Kat se levantó y acompañó a Saga hasta la puerta. Antes de salir, Saga empujó con suavidad a Kat contra la pared y se acercó a ella poniendo sus brazos en paralelo con los hombros de la chica, de forma que Katrina no se pudiera mover hasta que Saga se apartara.
-Tú y yo tenemos algo pendiente...-susurró de forma sexy Saga acercándose hasta quedar pegado a ella. Saga apartó su brazo derecho de la pared y abrazó con él a Kat por la cintura. Kat rodeó la pierna izquierda de Saga con la suya derecha. Ambos se miraron fijamente.
-Sí... No lo olvides...-susurró ella de forma provocadora.
Se besaron y Saga se fue con sigilo de la habitación de la chica.
Cuando ya estaba sola en su habitación, Kat controló su respiración agitada y se vistió para luego ir a la cocina. Donde en pocos minutos se reunirían todos.