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miércoles, 14 de julio de 2010

Angels. Capítulo 13

Angels.
Capítulo 13.
Morriña.

Una de las figuras le correspondió a la sonrisa burlona.

-Ayúdanos.-le dijo la figura.

Cristian no sabía muy bien que hacer. Pero había algo que tenía bien claro, quería matar a Shaka de Virgo.

-¿No querías deshacerte del caballero de oro de Virgo?-le preguntó la otra figura.

-Sí.-le respondió casi automáticamente él.

-Muy bien. Pues ayúdanos. Solo tienes que hacer alog muy sencillo. Y luego podrás venir si quieres con nosotras y te concederemos el poder para matar a ese caballero.

Cristian dudó, pero al final aceptó la tentadora oferta.

-¿Qué es lo que tengo que hacer?-les preguntó a las dos figuras que por sus voces había deducido que eran mujeres, y que una era joven y otra adulta.

-Cuando llegue el momento te avisaremos. No te preocupes. Solo tienes que besarme cuando yo te lo diga.

Dicho esto, ambas figuras empezaron a perder nitidez, hasta que desaparecieron por completo. Cristian se quedó absorto. ¿Qué había sido eso? No lo sabía, pero tampoco le importaba demasiado. Solo sabía lo que quería saber, que dentro de poco podría matar a Shaka y quedarse para él solito a Bella...



Livia resolpló con furia bajo su forma lupina. No se podía creer lo que sus camaradas le estaban diciendo. Un gran, pero más pequeño que ella, lobo gris-plata se acercó a ella y le golpeó el flanco con el hocico para decirle que se relajara. Livia se sacó a su hermana de encima con un empujón y miró fijamente al emisario del clan del sur.

-Te la estás jugando.-le dijo la Princesa de los Lobos en idioma lobuna, es decir ladridos, gruñidos y aullidos.

-¿Vas a negarte?-le replicó el emisario con voz repelente.

Un lobo grande y adulto de color marrón-cobrizo le lanzó un gruñido. Esa era Kat.

-Dile a tu clan que se relaje.-le espetó el emisario. Este era un lobo enorme, mucho más grande que Kat y eso que ella es mucho mayor que él en edad, de color castaño y ojos negros.

-No tengo por qué. Además están en su pleno derecho de mostrar su opinión. Y además, ¿se puede saber quién diablos te crees tú para darme órdenes a mí?-le replicó Livia.

La Princesa de los Lobos prontó deseó haber cerrado la boca. El mensaje de la Princesa de los Lobos del clan del sur la había puesto de los nervios.

Pero el emisario no le replicó, esperaba una respuesta.

-Acepto. Pero el desafío no se hará hasta dentro de un tiempo. Cuando quiera que se celebré os avisaré.-dijo Livia.

-¿Cómo se yo que no tienes miedo de batirte contra mi señora?-le preguntó el emisario en un tono de voz irónico.

Livia le lanzó tal gruñido que lo hizo caer sobre sus cuartos traseros.

El emisario no dijo nada, miró fijamente a Livia unos segundos y luego, de forma cuidadosa, se levantó y se fue.

-Con todo lo que está sucediendo y esa estúpida te reta...-murmuró Will.

-¡William! Modera ese vocabulario.-le reprendió su hermana.

-Está bien, Kat. Pero tengo razón, y lo sabes.-le replicó el chico.

Livia se sentó mientras, su cabeza lobuna se ladeaba en signo de que se encontraba profundamente sumida en sus asuntos.

-Entonces, Princesa. ¿Hacemos así?-le preguntó un hombre del clan a la chica.

-Sí. Voi a avisar al caballero de Aries de que venga a buscarnos.-le respondió ella levantándose y caminando lentamente hacia la casa de Kat y Will.

Parecía triste. No, directamente estaba triste. Y solo los adultos del clan lo sabían.
Livia había aceptado el reto de la Princesa de los Lobos del sur, de Elsa. La poderosa Elsa, quizá el poder psíquico y espiritual de esta fuera bastante menor al de Livia, pero la fuerza física de Elsa era mundialmente conocida entre todos los clanes de licántropos del planeta.
Livia era hábil y rápida, pero no demasiado fuerte. Además su altura no contribuía a aumentar ese factor, la fuerza física. Sus posibilidades eran mínimas, por no decir imposibles. Lo más probable era que no pasara ese reto. Pero, ¿acaso tenía otra opción? Negar un reto suponía el destierro... Y el destierro significaba la muerte a manos de Elsa para Livia.

Tenía que ganar ese reto.

Porque si no lo ganaba, Elsa mandaría en su clan. Y lo primero que haría sería mandar matar a Aurora, Will y Kat.

Livia se juró a sí misma que ganaría el reto o moriría en él, pero que no se daría por derrotada, nunca.

La chica se transformó de nuevo en humana y entró en la mansión. Fue a su habitación y cogió su móvil y llamó a Mu.

-¿Ya está hecho el grupo que quiere venir?-le preguntó directamente el caballero nada más contestar.

Livia sonrió para sus adentros, en otra ocasión su charla con Mu sería mucho más larga y entretenida, pero por la voz del Santo la chica dedujo que no estaba solo.

-Sí.-le respondió la chica. Livia pegó un silencioso respingo. Su voz había sonado triste.

-Vale, voy para allá.-dijo él y después, colgó.

Livia guardó el móvil en su bolsillo y fue para el salón de la casa, donde sabía que Mu iba a hacer su aparición.

Cuando el Santo se teletransportó, se encontró que Livia lo esperaba de pié apoyada en el marco de la puerta del salón. La expresión de ella era triste, a pesar de todos los esfuerzos por parte de la chica por intentar que no se notara.

Mu se acercó rápidamente a ella y le cogió las manos.

-¿Estás bien?-le preguntó él.

Livia apartó la cara. No le gustaba mentir, y mucho menos mentirle a él. Pero aún así no estaba segura de querer que él lo supiera.

-Emmm... Bueno...-empezó Livia. No estaba segura de decírselo. De repente, se le ocurrió algo para decirle que además no le haría sentirse tan mal porque no era del todo mentira.-No me saludas ni nada...

-Oh, perdona. Hola.-le dijo él sonriente. Pero la expresión de ella no cambió.-Lo siento, es que Shura estaba cerca y podía oír algo.

Livia esbozó una sonrisa triste y volvió a apartar la cara, intentando que su tristeza no se notara. Pero no era capaz.

Él le soltó las manos y la miró fijamente.

-Ahora podemos considararnos una pareja, ¿no?-le preguntó el caballero.

Livia lo miró fijamente y abrió los ojos como platos. La había pillado totalmente.

-No sé. No creo que hayamos llegado aún a ese punto.-le replicó ella, pícara.

Mu la cogió por la cara y la atrajo hacia sí, alejándola de la puerta. Y entonces, la besó apasionadamente.

Livia se quedó aún más pillada, pero lo siguió.

El caballero se separó entonces de ella y la miró fijamente, esperando una respuesta.

-Supongo que sí.-le dijo la chica.

-Lo suponía.-dijo él.

Livia se separó de él y empezó a caminar hacia fuera, le cogió de la mano y tiró de él.

-Vamos.-le dijo ella.



Camus se encontraba caminando por uno los pasillos cuando vio más adelante a dos personas. Se apoyó contra la pared y permaneció en silencio. Prontó oyó hablar a las dos personas.

-Pero, guapa. ¿Tú no estabas con esto... Camus?-oyó preguntar a un hombre. Era Cristian.

-Bah... Camus. ¿Qué importa él? Ahora estamos tú y yo.-oyó decir a una voz femenina.

Una voz femenina que conocía muy bien.

"No, no puede ser ella, no, ella no." pensó Camus.

Pero al asomarse, vio claramente que era Nora.

Y se estaba besando con Cristian.

El Santo de oro de Acuario cerró con fuerza los ojos y los puños. Sintiendo que su corazón se rompía en pedazos.

Nora era a la única chica a la que había amado, y ahora...

Le había puesto los cuernos, y con el Cristian además.

Camus no se lo podía creer.

Concentró todos sus sentidos en Nora, y descubrió que realmente era ella.

Sigilosamente se fue de allí sin que los otros dos lo vieran.



Cristian se apartó de ella y sonrió.

-¿Ves cómo no era tan difícil?-le preguntó la chica.

-No, ha sido muy fácil, aunque Camus me da un poco de pena.

La chica le dio un bofetón.

Dolorido, Cristian se llevó la mano a la mejilla.

-Si quieres matar a Shaka, nunca más dirás cosas como esa. ¿Me he explicado con claridad?-le dijo ella con voz dura.

-Sí, mi señora Dartsa.

-Está bien.-dijo ella.-Runa, vuelve a darme mi apariencia real.

Entonces, al lado de la chica con la apariencia de Nora, se materializó Runa, envuelta en una capa.

-Sí, mi señora.-dijo la bruja.

Dicho esto, murmuró unas extrañas palabras y la chica adoptó su verdadera forma, que no era para nada la de Nora.

-Vámonos.-dijo la chica. Acto seguido, Runa musitó otra vez unas extrañas palabras y los tres desaparecieron.



Camus vio que Nora salía de la habitación en la que Bella y ella estaban hablando. Fuera solo estaba él. La chica lo sintió rápidamente y sonriente se acerco a él.

-Hola.-le dijo ella, con una sonrisa en los labios.

-Nora, tenemos que hablar.-le respondió Camus secamente. La sonrisa de Nora se congeló al instante.

-¿Qué pasa?-le preguntó Nora, preocupada.

-Se acabó.

-¿Qué?-le preguntó Nora abriendo los ojos y retrocediendo un paso.

-Lo nuestro se acabó, Nora. Me he equivocado contigo.-le respondió Camus. Nora lo miró fijamente, sin saber que decir. Pero Camus parecía de hielo.

-Pero... ¿Por qué dices eso?-le preguntó Nora.

La chica contuvo las lágrimas.

-Eso tú ya deberías saberlo, tú y Cristian. ¿No?-le respondió él con frialdad.

Camus se dio la vuelta y se adentró por los pasillos.

Nora se quedó inmóvil. Las lágrimas comenzaron a fluir en sus preciosos ojos verdes como esmeraldas.

La pelirroja cerró con fuerza los ojos para frenar las lágrimas, se dio media vuelta y se fue a coger su coche para ir al Santuario. Pero no podía engañarse a si misma, tenía el corazón echo añicos totalmente.



Mientras, en otro lugar...

Yunia se frenó su carrera. Un gran sentimiento de morriña la invadió.

La vieja estación científica seguía estando igual que cuando la chica había huído de ella, segundos después de la muerte de sus padres.

El frío viento de la Antártida golpeó a Yunia.

La chica se abrazó a si misma para entrar en calos.

Antes de instalarse en la casa, la Angel Torturada decidió dar una vuelta por los alrededores de la casa.

Después del largo paseo, la chica abrió la puerta de la casa y entró en ella, teniendo cuidado de esquivar el helado charco de delante de la puerta. Yunia cerró la puerta con llave tras de sí y dejó al lado de la puerta la mochila.

Tras un velo de lágrimas, la chica se deslizó y quedó de rodillas apoyada contra la puerta.

Estaba de nuevo en la base científica, en su casa...

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