¿Cuál es tu Santo de Oro favorito en Saint Seiya?

miércoles, 14 de julio de 2010

Lío de parejas. Capítulo 3

Lío de parejas.
Capítulo 3.
Cambio.

Miho apoyó la espalda en la marquesina. Miró su reloj. Aún faltaban dos minutos para que llegara el autobús. En su nuevo MP5 empezó a sonar una canción de Evanescence:

Please, please forgive me,
but I won't be home again.
Maybe someday you'll have woke up,
and, barely conscious, you'll say to no one:
"Isn't something missing?"
You won't cry for my absence, I know
you forgot me long ago.
Am I that unimportant...?
Am I so insignificant...?
Isn't something missing?
Isn't someone missing me?

A la chica se le formó un nudo en el estómago, ¿tenía que ser justamente esa canción? La había reconocido en cuanto comenzara: Missing. La peliazul tradujo entonces mentalmente la primera estrofa de la canción:

Por favor, por favor perdóname,
pero no volveré a casa otra vez.
Tal vez algún día tengas que despertarte,
y, apenas consciente, no le dirás a nadie:
"¿No falta algo?"
No llorarás por mi ausencia, lo sé
me olvidaste hace mucho.
¿No soy importante...?
¿Soy insignificante...?
¿No falta algo?
¿No me echa de menos alguien?

"Seiya, ¿no me echas de menos?"pensó la chica con amargura. Aquella canción describía a la perfección como se sentía.

Sonó entonces el coro:

Even thogh I'd sacrified,
you won't try for me, not now.
Thogh I'd die to know you love me,
I'm all alone.
Isn't someone missing me?

A pesar de que cada palabra le hacía más daño que la anterior y que el significado de la canción se clavaba como una daga en su pecho, Miho siguió traduciendo la letra.

Incluso aunque yo fuera sacrificada,
no me juzgarás, ahora no.
Aunque yo muriera para saber si me amas,
estaría absolutamente sola.
¿No me echa de menos alguien?

La puerta del autobús se abrió delante de las narices de la chica. Con esta última frase resonando en su cabeza subió al transporte. Pagó el importe, cogió el ticket y se dirigió a los asientos de detrás. Se sentó en la penúltima fila, en unos asientos de dos que se encontraban vacíos. Se sentó a la izquierda, pegada a la ventana, y apoyando el codo en el borde de la ventana dejó descansar la cabeza contra la ventana.

Al otro lado de la ventana, una joven guapa de mirada ausente la miró fijamente. Era transparente.

Miho se sorprendió al ver su reflejo. Se fijó en todo lo que había cambiado. Pensó en su anterior yo, la niña inocente de dos chichos altos, con vestiditos y correteando detrás de niños pequeños protestando porque se comieran la merienda. Esa niña sin una gota de maquillaje, natural, inocente y estúpida. Pensó en sus anteriores amigos. ¿Amigos? Casi ninguno. Sus anteriores amigos eran Seiya, Shiryu, Shun, Hyoga, Ikki, Eri y Saori. ¿Y ahora? Ahora había perdido a dos, Saori y Seiya, y este último no solo como amigo, si no como novio también. ¿Qué le había dicho cuando la dejara? Ah, sí :"Miho, yo te apreció mucho como amiga y te quiero como tal. Pero lo nuestro no puede ser. Para mí solo eres una amiga". ¿Una amiga? ¿Quién le había dicho a él que ella querría seguir siendo su amiga? Nadie. No se lo había dicho nadie. Pensó entonces en la que era ahora. Una chica de pelo suelto, sedoso, largo y ondulado, vestida como la adolescente que era, ropa a la moda, alguna cara que era de marca, otra barata de un Outlet o de un mercadillo, pero ropa moderna; ya nada de aquellos vestiditos, los vestidos que llevaba ahora solían ser ceñidos, o escotados, modernos, elegantes, frescos, divertidos, góticos, pijos, ... Dependía de su humor. Seguía cuidando a los niños, de acuerdo, eran un poco desastre, pero agradables, seguía jugando con ellos y disfrutaba correteando; pero ya no era su rutina diaria. También había subido de forma impresionante sus notas en el instituto, de suficientes y a lo mucho notables, ahora eran todo sobresalientes y matrículas de honor; estudiar era una buena salida para evitar pensar y olvidarse del dolor. La Miho de ahora, con la raya del ojo hecha y rímel de vez en cuando, con el flequillo de lado tapándole el ojo derecho. La Miho actual, con un cuerpo fantástico que sabía lucir. Una adolescente valiente, lista, precavida aunque un poco decaída.

Ya no era la misma.

Miho sabía que había cambiado muchísimo, pero... ¿Qué de malo había en ello? La chica había llegado a una conclusión: le gustaba su cambio.

No tenía por qué hundirse. Seiya no sabía lo que se estaba perdiendo. Y con una sonrisa, cambió de canción.



Con el nuevo sonido de Shakira, Waka Waka, en su versión en español, Miho bajó del autobús. Delante de ella estaba el banco. Pasó la su tarjeta de crédito por la ranura correspondiente y entró. Tubo que tocar una especie de timbre y esperar un poco a que le abrieran. Ya dentro, apagó el MP5 se quitó los auriculares y lo guardó en el bolsillo de su short vaquero. Miho se puso a la cola a esperar su turno.


Máscara Mortal dirigió una mirada circular a todo el banco. No conocía a nadie, estaba aburrido y aún por encima tenía mogollón de peña delante suya en la cola. Aquello le llevaría un buen rato. Entonces la cola de al lado a la suya se movió y a su lado acabó una chica de pelo azul. La chica debía tener unos catorce años, llevaba el pelo suelto y ondulado, con el flequillo de lado que le tapaba el ojo derecho, llevaba rímel y la raya del ojo echa. Vestía unos shorts vaqueros, un corpiño blanco largo que se ajustaba al pecho pero luego se volvía vaporoso y unas sandalias romanas blancas a juego. Era muy guapa. "Si hubiera chicas así cuando tenía su edad..." pensó el Santo dorado de Cáncer. Miró a la chica de reojo. Se fijó entonces en que algo en ella le resultaba familiar. Se le parecía a alguine, pero... ¿A quién?


Miho se volvió hacia su izquierda, como si pudiera intuir que la estaban mirando. Se quedó muy sorprendida al ver quién era.




—¿Máscara?—le llamó.



Él se volvió hacia ella.



—¿Miho? ¿Eres tú?—ya sabía de que le sonaba aquella chica. ¡Claro! Era Miho. Al parecer ella y el Seiya lo habían dejado.



—¡Claro! ¿Quién si no?—le respondió ella esbozando una sonrisa.



—Guau, chica, pedazo cambio.—no pudo evitar decir el Santo. De ser aquella niñita de chichos a ser ya una mujer echa y derecha había un cambio muy grande. Máscara seguía sin creerse del todo que alguien pudiera cambiar tanto, y, sobre todo, para mejor. Al menos, esa era la impresión que daba.



—Je,je, ¿verdad? Personalmente, creo que estoy mejor así.—le respondió Miho sin abandonar su sonrisa.



Máscara Mortal no pudo evitar pensar lo idiota que era Seiya por dejarlo con una chica así. ¿Por qué lo haría? Entonces recordó todas las veces que había visto a Saori y Seiya juntos últimamente y cayó en la cuenta. La había dejado por una Diosa. Aún así, Miho seguía siendo una chica espectacular y muy agradable y simpática, y según había oído, con una mente realmente prodigiosa.



—No eres la única que lo piensa así. Bueno, ¿qué tal?—le preguntó él. Aquella chica le caía simpática.



—Bien, por aquí, ya ves, en busca de unos papeles. ¿Y tú?



—Bah, lo de siempre. A veces todo resulta un poco cansino.



Al salir del banco, Máscara de la Muerte se dio cuenta de dos cosas. Una, aquella chica cambiada le caía genial. Y dos, Seiya era realmente estúpido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu review!