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miércoles, 14 de julio de 2010

Sangre eterna. Capítulo 3

Sangre eterna.

Capítulo tres.

Increíble.


Croy miró a su alrededor y se dejó caer suavemente contra la pared, apoyando contra ella su espalda descubierta. Solo pensar lo que había pasado lo hacía sentirse extraño. Se sentía valiente por haber matado a uno de aquellos estúpidos vampiros que solo venían a matar a los humanos, pero a la vez se sentía estúpido por haberse despistado,lo cual había hecho que el vampiro le tirara encima seis árboles. Y aquello le había causado aquella enorme herida que ahora llevaba vendada, pero la venda no aguantaría mucho ya que estaba totalmente roja, y eso que aún diez minutos antes se la habían cambiado.


Suspiró triste, pero ese gesto solo hizo que la herida le doliera más. Apretó los dientes con fuerza. Más le valía llegar pronto a aquel vampiro.


Ese punto también lo hacía sentirse estúpido y sobre todo, humillado. Un vampiro le iba a curar, un vampiro. Un chupasangre, una sanguijuela, una garrapata incluso. Y eso iba a hacer sanar su herida.


Cinco minutos después llegó.


Su hermana le había abierto la puerta desde fuera y él entrara. Saphira prefería ahorrarse para ella el momento.



Aile entró e hizo un esfuerzo para que no se le notara en la cara lo que le repulsava aquello. Entró en la habitación y cerró la puerta con los ojos cerrados. Con un suspiro los abrió.

Sin embargo, aquel chico no le causó una mala impresión, como había pensado desde el principio.

Estaba sentado en la cama con las piernas estendidas y la espalda apoyada contra la pared, mantenía la vista fija en el techo. La única ropa que llevaba eran unos pantalones vaqueros cortados justo por encima de la rodilla. Era de piel morenilla, con un bronceado veraniego y llevaba el pelo castaño oscuro corto, bueno, su pelo tenía unos cinco centímetros de lonjitud. Era muy guapo y su cuerpo era musculoso, pero no en exceso. La venda le iba desde el hombro izquierdo hasta el lado derecho de la cadera y estaba empapada en sangre.


Croy comprendió que no podía seguir pasando del vampiro y dejó de mirar al techo para posar su mirada en el vampiro...

Abrió los ojos por la sorpresa. No era él vampiro, era la vampiresa. Era una chica. Tenía el pelo negro largo con flequillo y unos increíbles ojos violetas. Como todas las vampiresas tenía la piel pálida y un cuerpo que lo flipas. Era bastante baja. Era guapa, muy guapa.


Los ojos verdes de el licántropo se clavaron en los suyos abiertos de par en par. ¿De qué se sorprendía? Dejando eso a parte, a la vampiresa le pareció sumamente atractivo, y se llevó una buena sorpresa al darse cuenta de que un licántropo le estaba pareciendo atractivo. ¿Qué le estaba pasando? ¿Desde cuando un chucho le parecía atractivo?


—¿Qué te sorprende tanto?—le preguntó la vampiresa. Sin embargo, la pregunta no sonó despectiva si no simplemente una pregunta. Sin un mal tono de voz. Croy se sorprendió dejándose llevar por la suave y bonita voz de ella.


—Oh, nada perdona.—Croy borró el gesto de sorpresa de su cara.—Mi hermana dijo que un vampiro me iba a curar.


—¿Y...—comenzó ella, pero calló al darse cuenta de lo que él quería decirle.—Ya veo, esperabas otra cosa...


—Preferiría no tener que esperar nada.—masculló en voz muy baja él.


—A mí tampoco me hace gracia.—le dijo Aile.


Croy maldijo mentalmente el oído perfecto de los vampiros.


—Ah, ¿no? Yo pensaba que lo disfrutabais de lo lindo bebiendo sangre, sobre todo humana.—le espetó él.


—Me ciño a las cazas nocturnas por el bosque. Y prefiero no tener que beber sangre humana, intento evitarla lo máximo y alimentarme siempre de animales.—le dijo ella.


La vampiresa se quitó la cazadora que llevaba puesta y la dejó en una silla que había al lado de la puerta. Llevaba una camiseta negra con unas letras plateadas de tirantes escotada que dejaba ver su canalillo y unos vaqueros ajustados oscuros, de calzado llevaba unos botines negros con tachuelas plateadas.


Aile se sentó al lado de Croy.


—Veamos la herida.—dijo ella. Apartó las piernas para la derecha y se sentó encima de ellas, con delicadeza comenzó a quitarle la venda al licántropo, esta empezó a gotear sangre sin parar en manos de la vampiresa.


Aile abrió los ojos por la sorpresa al ver la herida. Era muy grave. Tenía unos ocho centímetros de profundidad, Aile captó entonces que en el brazo derecho del chico, en el antebrazo, tenía un moratón horrible y bastante grande. La chica paseó con sus dedos la herida, examinándola.


—¿Te importa acabar rápido? Duele, por si no lo sabías, vampiresa.—le protestó él.


—Perdona... Oye, tengo nombre.—le respondió ella.


—Nadie me lo ha dicho...


—Aile Bl... Digo, Aile.—la vampira suspiró para sus adentros, casi le decía su verdadero apellido al licántropo.


Aile. Así que la vampira se llamaba Aile. Era un nombre bonito, como ella, remarcó Croy. El licántropo se empezó a insultar mentalmente por pensar semejante cosa de Aile. De una vampiresa.


—Encantado. Yo soy Croy.—le respondió él.


—Encantada.


Aile se apoyó con la mano derecha en el brazo izquierdo de Croy y con un gran esfuerzo, hacercó su boca al comienzo de la herida. Apoyó sus labios sobre la sangrante herida y comenzó a beber la sangre de Croy. Sin embargo, para su sorpresa, no era tan desagradable, y la vampiresa pronto comprendió que no es que no fuera desagradable, es que le gustaba. La sangre de Croy le gustaba.


El licántropo se envaró en cuanto Aile le empezó a beber la sangre del hombro, pero enseguida se relajó. No era tan malo. Entonces cayó en lo increíblemente sexy que estaba en esos momentos la vampiresa, bebiendo cuidadosamente su sangre. La miró de reojo, y no pudo evitar mirarle el pecho. Una pequeña parte del sujetador se le veía en el canalillo. Era negro. Croy apartó la vista inmediatamente y se fijó en una cosa. Esta vez sus ojos miraban a Aile, pero ya no miraban su pecho si no a sus labios. Y el licántropo volvió a sorprenderse a sí mismo deseando besarlos, y besar ese cuello, y sentir suya a Aile. La herida comenzó a cerrarse y la vampiresa se apartó. El momento ya había terminado. Sin embargo, la vampiresa se volvió a acercar a él y le lamió unas gotitas de sangre que tenía por la zona de los abdominales, luego repasó una última vez la herida con su lengua y su apartó. Entonces cogió el brazo derecho del chico y le lamió el moratón del antebrazo, que desapareció casi inmediatamente. El dolor desapareció. Aile entonces de dejó caer ligeramente hacia atrás, pero no se movió del sitio.


—¿Te duele?—le preguntó a Croy con su suave y dulce voz.


—No, gracias.


La vampiresa lo miró fijamente. En los ojos verdes de él había una extraña llama. Una llama que también había en los de ella. Aile apartó a un lado el saber que eran razas totalmente opuestas y le sonrió.


Croy paseó su mirada por el rostro de la chica hasta sus labios curvados en una sonirsa. Los tenía rojos de sus sangre. Le puso la mano derecha en la mejilla izquierda y con su dedo pulgar le limpió la sangre.


Ambos se olvidaron por un segundo de lo que eran... Y descubrieron que sentían algo el uno por el otro. Pero el momento pasó, y el licántropo retiró su mano inmediatamente, y ambos bajaron la cabeza.


—Quizá las sanguijuelas no sean tan malas, después de todo...—murmuró Croy.


—Lo mismo digo de los chuchos... Al fin y al cabo las familias humanas suelen tenerles un afecto especial a los cánidos.—le replicó ella.


—¿Desde cuando los vampiros sentíis algo?


—Sentimos más cosas de las que os pensais, chucho.


Aile se levantó y Croy hizo lo mismo.


—Intenta no hacerte demasiado daño.—le dijo Aile.


—¿Por?—Croy alzó una ceja.


—No lo sé.—le respondió la vampiresa encogiéndose de hombros.


—Lo mismo digo.


—No hace falta que te preocupes por mí...


"Eso sí que no me lo puedes pedir, Aile"pensó el licántropo.


La vampiresa se puso la cazadora y salió de la habitación.


"¿Qué diablos me está pasando?"pensaron ambos.


Cuando Aile volvió a su casa, ya era de noche. La chica subió rápidamente a su habitación y se cambió los botines por unas zapatillas deportivas negras. Tenía que quitarse aquella sensación de encima. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que salir de caza? La vampiresa bajó a la carrera las escaleras y se dirigía al bosque cuando se encontró con Grisam. El vampiro era muy alto y fuerte, de ojos grises y pelo negro. Solía ser bastante simpático por lo general.



—¿Te vas de caza?—le preguntó su hermano.


—Sí.—le respondió ella.


—No tienes sed.—comentó Grisam.


No era una pregunta, sino una realidad.


Necesito cazar.—dijo Aile.


Grisam se encogió de hombros, si quería cazar, que cazara. Mientras fueran animales... Y, además, en el caso de Aile era obvio que solo cazaría animales ya que ella odiaba matar a los humanos.


Cada uno siguió su camino.






"Ya oísteis lo que dijeron aquellos vampiros. Están planeando una ofensiva a los Reirdhan y quieren que la gente se una a su causa."


Croy miró a los demás, la asamblea de lobos había reunido a todos los licántropos del estado. Tanto de una manada como de otra. El que había hablado era Paul, el líder de la manada de Forks, la manada de Croy.


"No podemos permitir que eso suceda. Los Reirdhan podrán parecer malvados sin escrúpulos a veces, pero gracias a ellos se mantiene una tregua entre nosotros y los vampiros, y no podemos olvidar todas las guerrillas entre clanes tanto de una raza como de otra que se han finalizado desde que hace dos mil años comenzaron a mandar los Reirdhan." dijo Selyan. Selyan era una licántropa blanca como la nieve de ojos grises, era la líder del clan de licántropos de Seattle.


"¿De verdad convivís tan bien con los vampiros, clan de Forks?"preguntó Richard, un licántropo negro de ojos castaños y líder de otro de los clanes.


"Sí, de no ser por ellos, hoy habríamos perdido a un miembro de la manada"le respondió Paul, mirando a Croy. Todas las miradas se centraron en este.


"Eso es cierto, si no fuera por un miembro de los Winsher, Croy habría muerto desangrado. ¿Verdad, hermano?"añadió Saphira.


"Cierto, mi herida era demasiado grave como para sobrevivirla."respondió secamente el interpelado.


La reunión continuó, y los clanes llegaron a la conclusión de que había que avisar a todos los vampiros y licántropos posibles, y, por supuesto, a los Reirdhan.


Los Reidhan era un clan enorme de vampiros y licántropos, el más grande conocido y además el único en el que había dos razas unidas. Los Reirdhan eran la monarquía de los vampiros y licántropos y cuidaban que su existencia fuera secreta. Con como castigo la muerte de aquel que osase quebrantar esa ley.



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