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miércoles, 14 de julio de 2010

Angels. Capítulo 14

Angels.
Capítulo 14.
El ataque de la Noche Eterna.

Dos semanas después...

Nora estaba sentada con las piernas flexionadas delante de la estatua de Atenea. La Angel se abrazó las piernas y apoyó la espalda en la estatua, mirando con aspecto crítico el cielo. Por encima de sus cabezas, una fuerte e inquietante tormenta amenazaba con destruir el estado de calma-tensión que había en esos momentos en el Santuario y transformarlo en un caos. La pelirroja cerró los ojos y se concentró en el cielo.

Nora visualizó el estado del cielo en esos momentos con todos y cada uno de sus detalles. Después de tener la imagen muy clara, la fue disipando poco a poco para convertirla en la imagen de la tormenta que debería descargarse sobre ellos y formó una orden clara y directa en su mente: "No". Finalmente visualizó un cielo despejado, con el sol dando fuertemente e iluminando el Santuario. Un cielo perfecto, bonito, caluroso. Un cielo perfecto para descubrir al enemigo en cuanto diera un paso en su dirección.

La joven abrió los ojos y vio que sobre sus cabezas, estaba el último cielo que había visualizado.

Sonrió, pero fue una sonrisa triste y desvaída. Sonrisa de alguien a quien han dañado en lo más hondo, de alguien con el corazón hecho pedazos que solo la misma persona que había exparcido podía volver a juntar. Y esa persona había dejado muy claro que no tenía intención ninguna de juntar los pedazos del corazón de la Angel Caída.

Dos lágrimas rodaron por sus mejillas, y la chica las limpió inmediatamente con el reverso de su mano.

Si perdía la calma, la tormenta se desataría y en el desconcierto que crearía su descarga los enemigos podían atacar y pillarlos con la retaguardia baja.

La chica sacudió la cabeza y su melena roja se agitó y cayó sobre sus hombros, resaltando aún más su bello rostro.

Nora no podía dejarse llevar por sus sentimientos, no podía. Tenía que controlar la situación todo lo posible. Al máximo.

Pero era demasiado difícil.

Un gran lobo marrón-rojizo se acercó a ella y se sentó a su lado.

La Angel lo miró fijamente mientras se metarfoseaba en una joven de veintiocho años, de buen cuerpo, pelo castaño y ojos verdes muy guapa.

-¿Te encuentras bien?-le preguntó Katrina.

Nora abrió la boca para contestar, pero no le salieron las palabras. Respiró hondo y consiguió murmurar algo.

-Sí, es solo que...-murmuró a duras penas.

La tristeza se agolpaba en su interior y le formaba un gran nudo en la garganta que disipaba malamente.

-Tranquila, encontrarás a alguien mejor.-la calmó Kat.

-¿Alguien mejor que un caballero de Atenea de oro? ¿Mejor que al hombre que amo? Lo dudo mucho. Ya fue un puro milagro que se fijara en mí, ¿cómo lo va ha hacer alguien mejor que él?

-Te tienes muy poco valorada, Nora.

-Me doy el valor que merezco.

Un rayo asomó al cielo y Nora se concentró hasta eliminarlo totalmente, a él y a sus congéneres.

De repente, la Angel Caída sintió un poderoso y oscuro cosmos. Se levantó de un salto, conocía aquel cosmos.

Hubo una extraña turbulencia en el aire, y cada vez se sentían más cosmos oscuros cerca.

Katrina se transformó y bajó las escaleras a la carrera, a su vez, Nora saltó y se subió a una de las columnas del Santuario. Desde su puesto miró a su alrededor, a lo lejos divisó unas sombras. Kartsa y Dartsa ya habían llegado.

No hizo falta que avisara, el cosmos de Shion aumentó de golpe y aumentó el poder de la barrera que cubría al Santuario.

La Angel sonrió de forma malévola. "Preparaos, queridas" pensó con maldad.

En ese mismo momento, la tormenta más fuerte jamás vista se precipitó sobre Grecia, sin atravesar la barrera del Santuario.

De un ágil y certero salto, la pelirroja bajó de la columna. Les iba a encantar su regalito de bienvenida.

Las figuras del fondo se pararon de golpe, y para sorpresa de todos, se disiparon poco a poco hasta desaparecer por completo.

Casi todos se relajaron al momento, la Angel lo notó, y corrió hacia la casa de Piscis, donde se estaban reuniendo todos. Shion ya estaba allí.

-No bajes la barrera. Álzala más, todo lo que puedas.-le dijo rápidamente Nora al Patriarca.

-¿Qué?-le preguntó sin comprender este.

-Hazlo, ya.-le respondió ella apresudaramente.

El Patriarca comenzó a hacer lo que le dijera, pero era demasiado tarde. Hubo otra turbulencia muchísimo más fuerte y un gran chasquido indicó que la barrera había caído.

-¿Nora qué está pasando?-le preguntó Linda a la chica muy preocupada.

-Ya están aquí.-le respondió la Angel Caída.

Entonces, sonó un golpe fuertísimo y todo se volvió oscuro.

Nora salió fuera de la casa y vio que el cielo tenía una densa capa de nubes negras.

-¿No estabas provocando una tormenta?-le preguntó Aioria, que estaba a su lado.

-Sí, no entiendo...-le respondió ella, pero entonces se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Caballero y Angel compartieron una mirada.

-Hay que sacarlas de ahí.-dijo Aioria.

La chica asintió con la cabeza.

Ambos entraron a la carrera en la última casa.

-¡Salir de ahí, es una trampa!-exclamó el caballero de Leo.

-¿Qué?-preguntó Saori.

-La técnica psíquica de la Noche Eterna. Está atacando ya, dentro de poco no podremos mirar y estaremos todos separados.-le explicó Nora.

-¡El mismo ataque de cuando...!-empezó Linda.

-De cuando nos atacaron en Rusia.-acabó Nora.

-¿En Rusia?-preguntó Hyoga, sorprendido.

-Antes vivíamos allí, pero cuando nos atacaron destruyeron la mansión y nos mudamos para aquí, el mismo día en que nos conocimos.-dijo Nora.-Pero no hay tiempo para explicaciones, ¡venga!

Todos salieron a las prisas de la casa de Piscis, justo antes de que esta se derrumbara.

-¡Ah, mi casa!-exclamó el pobre Afrodita.

Entonces, todo su volvió oscuro...



Yunia cerró el libro en el que estaba investigando sobre la segunda parte de la Joya del Apocalispis, o la complementaria de la Joya del Alma. Tenía un extraño presentimiento.

Sentía que los que eran importantes para ella estaban en peligro.

Durante las dos semanas que llevaba en la abandonada base científica que había pertenecido a sus padres la chica se sentía tremendamente sola, y muchas noches se sorprendía a sí misma llorando por... Por Milo.

Una imagen golpeó fuertemente su mente, era ella, peleando contra Kartsa y a la vez protegiendo a Milo, que yacía prácticamente muerto en el suelo.

La última Higurashi olvidó al libro, a sus cosas, ... No cogió nada. Y cuando se quiso dar cuenta, ya estaba corriendo todo lo rápido que podía hacia Grecia.



Nora miró a su alrededor.

-¿Ártemis? ¿Atenea?-las llamó.

Pero nadie le respondió.

Entonces, vio que alguien se acercaba a ella.

Era una mujer de treinta y cuatro años, pelo verde brillante y ojos negros, sonreía malvadamente.

-Cuanto tiempo sin vernos... Déjame adivinar... Un par de meses como mucho sin empezamos a contar desde nuestro último encuentro. Y desde el primero... ¿Catorce años? Sí, catorce años.-dijo.

-Dartsa...-murmuró la Angel Caída.- ¿Catorce años?-preguntó Nora, frunciendo el ceño y adoptando una posición de ataque.

-Oh, venga ya. No creerías que la muerte de tus papás fue por una ola gigante normal y corriente, ¿verdad?

-¿¡Qué!?-Nora estaba estupefacta, ¿Dartsa había provocado la ola que matara a sus padres?

-Deja que te lo enseñe. El caballero Fénix está atacando en estos momentos a uno de mis caballeros con su Ho ogenma ken. ¿Qué te parece si hago que te dea a ti para que veas lo que pasó en realidad?

-¡Nunca, bruja!-exclamó Nora.

-Bueno...-dijo Dartsa sin perder su maquiavélica sonrisa, chasqueó los dedos y otra figura apareció como por arte de magia a su lado.

Era una figura baja, pero fue creciendo poco a poco hasta que se formó por completo.

Era un hombre con una armadura dorada, de cabellera azul verdosa y ojos como el hielo.

Camus.

Aquello pilló por sorpresa a la Angel, lo cual fue un error porque esta acabó con las piernas congeladas.

Antes de que pudiera deshacer el hielo con su poder, Nora recibió el desviado ataque de Ikki.

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